Página 453 - El Evangelismo (1994)

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La evangelización y la obra médica
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privaciones, en muchos desvelos, en trabajo y fatiga, corren el peligro
de olvidar que deben ser guardianes fieles de sus propias facultades
mentales y físicas. No deben someterse a esfuerzos excesivos. Pero
están llenos de celo y fervor, de modo que algunas veces obran
imprudentemente y se someten a exigencias demasiado grandes. A
menos que tales obreros realicen un cambio, el resultado será que
enfermarán y su salud se quebrantará.
Si bien es cierto que los obreros de Dios deben estar llenos
de noble entusiasmo, y deben seguir con determinación el ejemplo
del obrero divino, el gran Médico Misionero, no deben amontonar
demasiadas cosas en un solo día de trabajo. Si lo hacen, pronto
tendrán que abandonar la obra, completamente quebrantados debido
a que han tratado de llevar una carga demasiado pesada. Hermano
mío, está bien que Ud. haga el mejor uso posible de las ventajas que
Dios le ha dado y que realice esfuerzos decididos para aliviar a los
que sufren y para salvar las almas. Pero no sacrifique su salud.
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Tenemos un llamamiento que es tanto más elevado que los in-
tereses comunes y egoístas, cuanto más altos son los cielos que la
tierra. Pero este pensamiento no debiera inducir a los siervos de Dios
que tienen buena voluntad y que están dispuestos a trabajar dura-
mente, a llevar todas las cargas que puedan soportar, sin períodos de
descanso.
¡Cuán magnífico sería si no hubiera ociosos entre todos los que se
dedican a llevar a cabo el maravilloso plan de Dios para la salvación
de las almas! Cuánto más se realizaría si cada uno dijera: “Soy
responsable delante de Dios de estar bien despierto y de dejar que
mis esfuerzos hablen en favor de la verdad que profeso creer. Debo
ser un obrero práctico y no uno que sueña despierto”.—
Medical
Ministry, 292, 293 (1904)
.
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