Página 465 - El Evangelismo (1994)

Basic HTML Version

La obra en favor de ciertas clases especiales
461
la mente de la gente común. Su estilo era sencillo, natural y abarcan-
te. Tomaba sus ilustraciones de las escenas con las que sus oyentes
estaban más familiarizados. Ilustraba verdades de importancia eterna
utilizando cosas de la naturaleza y en esa forma relacionaba el cielo
con la tierra.—
Manuscrito 24, 1903
.
Meditad en la sencillez de Cristo
—El Salvador vino “para dar
buenas nuevas a los pobres”.
Lucas 4:18
. En su enseñanza, hacía uso
de los términos más sencillos y de los símbolos más claros. Y “los
que eran del común del pueblo le oían de buena gana”.
Mateo 12:37
.
Los que hoy procuran hacer su obra para este tiempo necesitan
una comprensión más profunda de las lecciones que él dio.—
El
Ministerio de Curación, 349 (1905)
.
El pueblo del Señor está integrado mayormente por gente
común
—El pueblo del Señor se compone mayormente de los pobres
de este mundo, de gente común. No muchos sabios, no muchos
poderosos, no muchos nobles son llamados. Dios ha escogido a “los
pobres de este mundo”. “A los pobres es anunciado el Evangelio”.
[412]
Los ricos son llamados, en un sentido son invitados, pero no aceptan
la invitación. Pero en estas malvadas ciudades el Señor tiene muchas
personas que son humildes, y sin embargo, dignas de confianza.—
Manuscrito 17, 1898
.
Cuando se aprecia la luz de Dios
—Para Dios no hay castas. El
ignora cuanto se asemeje a ello. Todas las almas tienen valor para él.
El trabajar por la salvación de las almas es un empleo digno del más
grande honor. No importa cuál sea la forma de nuestra labor, ni entre
qué clase se verifique, ora sea elevada o humilde. A los ojos de Dios
estas distinciones no afectan su verdadero valor. El alma sincera,
ferviente y contrita, por ignorante que sea, es preciosa a la vista del
Señor. El pone su propia señal sobre los hombres, juzgándolos, no
por su jerarquía, ni por su riqueza, ni por su grandeza intelectual,
sino por su unidad con Cristo. El ignorante, el paria, el esclavo, si ha
aprovechado hasta el máximo grado sus oportunidades y privilegios,
si ha apreciado la luz que Dios le dio, ha hecho todo cuanto se pedía
de él. El mundo puede llamarlo ignorante pero Dios lo llama sabio y
bueno, y así su nombre queda registrado en los libros del cielo. Dios
lo hará idóneo para que le reporte honor, no sólo en el cielo, sino
también en la tierra.—
Obreros Evangélicos, 437 (1915)
.