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El Evangelismo
ceptivas, a fin de contemplar más claramente al Cordero de Dios
que quita el pecado del mundo. Las adormecidas facultades de los
judíos han de ser despertadas. Los textos del Antiguo Testamento,
combinándose con los del Nuevo, serán para ellos como el amanecer
de una nueva creación, o como la resurrección del alma. La memoria
será despertada cuando se vea a Cristo descripto en las páginas del
Antiguo Testamento. Se salvarán almas de la nación judía, mien-
tras las puertas del Nuevo Testamento sean abiertas con la llave del
Antiguo Testamento. Cristo será reconocido como el Salvador del
mundo, al verse cuán claramente el Nuevo Testamento explica al
Antiguo. Muchos de los judíos recibirán por la fe a Cristo como su
Redentor.—
Carta 47, 1903
.
Judíos convertidos en la terminación de la obra
—Habrá mu-
chos conversos de entre los judíos, y estos conversos ayudarán a
preparar el camino para el Señor, aparejando calzada en el desier-
to para nuestro Dios. Los conversos judíos han de tener una parte
importante en la gran preparación que ha de hacerse en lo futuro
para recibir a Cristo, nuestro Príncipe. Una nación nacerá en un
día. ¿Cómo? Por medio de hombres a quienes Dios ha señalado
como convertidos a la verdad. Se verá “primero hierba, luego espiga,
después grano lleno en la espiga”. Las predicciones de la profecía
se cumplirán.—
Manuscrito 75, 1905
.
[422]
Como evangelizar a los niños
Niños listos para escuchar y aceptar
—En los niños allegados
a él, veía el Salvador a hombres y mujeres que serían un día herederos
de su gracia y súbditos de su reino, algunos, mártires por su causa.
Sabía que aquellos niños le escucharían y le aceptarían por Redentor
con mejor voluntad que los adultos, muchos de los cuales eran sabios
según el mundo, y duros de corazón. Al enseñarles, se colocaba al
nivel de ellos. El, la Majestad de los cielos, respondía a sus preguntas
y simplificaba sus importantes lecciones para que las comprendiera
su inteligencia infantil. Plantaba en la mente de ellos la semilla de la
verdad, que años después brotaría y llevaría fruto para vida eterna.
Al decir Jesús a sus discípulos que no impidieran a los niños el
acercarse a él, hablaba a sus seguidores de todos los siglos, es decir,
a los dirigentes de la iglesia: ministros, ancianos, diáconos, y todo