Página 48 - El Evangelismo (1994)

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El Evangelismo
cepto, un poco aquí y otro poco allá. Hombres y mujeres inteligentes
deben dedicarse sin tardanza a la tarea de sembrar la semilla del
Evangelio...
El Señor trabajará por medio de los que abran las Escrituras
ante la gente que se ha establecido en esos lugares alejados del país.
Exhorto a mis hermanos y hermanas a unirse para llevar a cabo esta
buena obra hasta su terminación...
Dirijo vuestra atención a Lakeport y a sus alrededores debido a
que estos lugares no han recibido todavía una impresión debida con-
cerniente a la verdad para este tiempo. Puede ser que entre nuestros
miembros haya quienes estén dispuestos a utilizar sus recursos para
establecer campos misioneros. A los tales quiero decir: por amor al
Maestro, haced lo que podáis por ayudar. Aún no hemos investigado
plenamente para descubrir la gran extensión del campo de labor que
tenemos aquí, pero Lakeport es uno de los lugares que se me han
presentado como necesitados de nuestra atención.
Tengo mucho que decir con respecto a estos poblados de las mon-
tañas. Hay poblados similares cerca de Washington, donde debería
llevarse a cabo una obra similar. ¿No trabajará con más fidelidad
nuestro pueblo en las zonas rurales y en las regiones más aleja-
das? Las empresas comerciales han absorbido durante tanto tiempo
los intereses y las capacidades de tantos adventistas que en gran
medida éstos están incapacitados para realizar la obra de llevar la
luz de la verdad presente a los que carecen de ella. No deberíamos
conformarnos con permitir que esa condición se prolongue.
En nuestro pueblo hay muchas personas que, si saliesen de las
ciudades y comenzarán a trabajar en las zonas rurales, y también
en las regiones más pobladas, recuperarían la salud física. Exhorto
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a nuestros hermasos a ir como misioneros de dos en dos a esas
regiones campestres. Id con humildad.
Cristo ha dado el ejemplo, y el Señor ciertamente bendecirá
los esfuerzos de los que obren en el temor de Dios y prediquen el
mensaje que el Salvador dio a los primeros discípulos: “Ha llegado
a vosotros el reino de Dios”.—
Manuscrito 65, 1908
.
Familias misioneras para los pueblos y aldeas
—Hermanos
que deseen cambiar su radicación, que tengan en vista la gloria de
Dios, que sientan la responsabilidad individual que descansa sobre
ellos de hacer bien a otros, y de beneficiar y salvar las almas por