Página 486 - El Evangelismo (1994)

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El Evangelismo
lleguen a conocer perfectamente la Palabra de Dios, a fin de ser
capaces de saber cuando se lee una parte de la Escritura y se deja
de leer otra parte a fin de causar una falsa impresión.—
Manuscrito
153, 1899
.
Falacias introducidas por dirigentes religiosos
—Con la Bi-
blia abierta delante de sí y profesando reverenciar sus enseñanzas,
muchos de los dirigentes religiosos de nuestro tiempo están destru-
yendo la fe en ella como Palabra de Dios. Se ocupan en disecarla
y dan más autoridad a sus propias opiniones que a las frases más
claras de esa Palabra de Dios, que pierde en sus manos su poder
regenerador. Esta es la razón por la cual la incredulidad se desborda
y la iniquidad abunda.
Una vez que Satanás ha minado la fe en la Biblia, conduce a
los hombres a otras fuentes en busca de luz y poder. Así se insinúa.
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Los que se apartan de la clara enseñanza de las Escrituras y del
poder convincente del Espíritu Santo de Dios, están invitando el
dominio de los demonios. Las críticas y especulaciones acerca de las
Escrituras han abierto el camino al espiritismo y la teosofía—formas
modernas del antiguo paganismo—para que penetren aun en las
iglesias que profesan pertenecer a nuestro Señor Jesucristo.
Al par que se predica el Evangelio, hay agentes que trabajan y
que no son sino intermediarios de los espíritus mentirosos. Muchos
tratan con ellos por simple curiosidad, pero al ver pruebas de que
obra un poder más que humano, quedan cada vez más seducidos
hasta que llegan a estar dominados por una voluntad más fuerte que
la suya. No pueden escapar de este poder misterioso.
Las defensas de su alma quedan derribadas. No tienen vallas
contra el pecado. Nadie sabe hasta qué abismo de degradación puede
llegar a hundirse una vez que rechazó las restricciones de la Palabra
de Dios y de su Espíritu. Un pecado secreto o una pasión dominante
puede mantener a un cautivo tan impotente como el endemoniado
de Capernaum. Sin embargo, su condición no es desesperada.—
El
Deseado de Todas las Gentes, 223 (1898)
.
El error y el fanatismo en un ministerio confuso
—Dios pide
a los miembros de su pueblo que obren como cristianos en pen-
samiento, palabra y acción. Lutero declaró que la religión nunca
corría más peligro que cuando se encontraba en manos de clérigos
y teólogos. Puedo decir que muchos que manejan la verdad no han