Página 497 - El Evangelismo (1994)

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El trato con la falsa ciencia, los cultos, los ismos y las sociedades secretas
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“Vanas sutilezas” llenan la mente de los pobres mortales. Se
creen poseedores de un poder capaz de realizar grandes obras, y no
sienten la necesidad de un poder superior. Sus principios y su fe son
“conforme a los elementos del mundo, y no según Cristo”. Jesús no
les ha enseñado esta filosofía. Nada de esta índole puede hallarse
en sus enseñanzas. El no dirigió la mente de los pobres mortales
a sí mismos, como si poseyeran algún poder. Siempre la dirigía
hacia Dios, el Creador del universo, como fuente de su fortaleza y
sabiduría...
Los que enseñan el espiritismo se presentan en forma agradable
y seductora para engañaros, y si escucháis sus fábulas quedaréis
entrampados por el enemigo de la justicia, y perderéis ciertamente
vuestra recompensa. Una vez que os haya vencido la influencia
fascinadora del gran engañador, estaréis envenenados y su influencia
mortífera adulterará y destruirá vuestra fe en que Cristo es el Hijo
de Dios, y dejaréis de fiar en los méritos de su sangre. Los que son
seducidos por esta filosofía se ven privados de su recompensa por
los engaños de Satanás. Fían en sus propios méritos, ejercen una
humildad voluntaria, y aún están dispuestos a hacer sacrificios y
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a degradarse, entregando su intelecto a una creencia sumamente
insensata, y aceptando las ideas más absurdas por intermedio de
seres que para ellos son sus amigos difuntos. Satanás ha cegado de
tal manera sus ojos y pervertido su juicio, que no perciben el mal
y siguen las instrucciones de los supuestos amigos difuntos, que
aseveran ser ahora ángeles de una esfera superior.—
Joyas de los
Testimonios 1:96, 97 (1862)
.
La ciencia cristiana, los cultos orientales y de sanidad
—Hay
muchos que se horrorizan ante el pensamiento de consultar a los
mediums espiritistas, pero que son atraídos por formas más placen-
teras de espiritismo, tales como el movimiento de Emanuel. Aun hay
otros que son descarriados por las enseñanzas de la ciencia cristiana
y por el misticismo de la teosofía y de otras religiones orientales.
Los apóstoles de casi todas las clases de espiritismo pretenden
tener el poder de sanar a los enfermos. Atribuyen su poder a la elec-
tricidad, al magnetismo, a los así llamados “remedios simpáticos” o
a fuerzas latentes de la mente humana. Y no hay pocos, aun en esta
era cristiana, que acuden a esos sanadores en lugar de confiar en el