Página 498 - El Evangelismo (1994)

Basic HTML Version

494
El Evangelismo
poder del Dios viviente y en la habilidad de los médicos cristianos
bien calificados.
La madre que vigila junto al lecho de su hijo enfermo, clama:
“¡Ya no puedo hacer nada más! ¡No hay ningún médico que tenga
poder para restaurarme a mi hijo!” Y entonces es informada de
las curaciones maravillosas realizadas por algunos clarividentes o
sanadores magnéticos, y ella confía su hijo amado al cuidado de
ellos, y así lo coloca en las manos de Satanás con tanta seguridad
como si éste estuviera a su lado. En muchos casos la vida futura
del niño es controlada por un poder satánico que parece imposible
que se pueda quebrantar.—
The Review and Herald, 15 de enero de
1914
.
Beneficios engañosos
—Los que se entregan al sortilegio de
Satanás pueden jactarse de haber recibido gran beneficio, ¿pero
prueba esto que su conducta ha sido sensata o segura? ¿Qué ocurrirá
si se les prolonga la vida? ¿Qué ocurrirá si obtienen ganancias
temporales? ¿Resultará beneficioso al final haberse desentendido
de la voluntad de Dios? Todas esas ganancias aparentes resultarán
al fin una pérdida de la cual no podrán recuperarse. No podemos
quebrantar impunemente una sola barrera colocada por Dios para
proteger a su pueblo del poder de Satanás.—
The Review and Herald,
15 de enero de 1914
.
Peligro de consultar a médicos sectarios
—Hay peligro hasta
en alejarse en lo mínimo de las instrucciones dadas por el Señor.
Cuando nos desviamos de la clara senda del deber surgirá una cadena
de circunstancias que parecerá arrastrarnos irresistiblemente cada
[441]
vez más lejos de lo correcto. El intimar innecesariamente con los que
no respetan a Dios nos seducirá antes de que nos demos cuenta de
ello. El temor de ofender a amigos mundanos nos impedirá expresar
nuestra gratitud a Dios o reconocer nuestra dependencia de él...
Los ángeles de Dios preservarán a su pueblo mientras éste ande
en la senda del deber; pero no hay seguridad de tal protección para
los que deliberadamente se aventuran en los terrenos de Satanás. Un
agente del gran engañador dirá y hará cualquier cosa para conseguir
su objetivo. Importa poco si se llama a sí mismo espiritista, un “mé-
dico electricista”, o un “sanador magnético”. Mediante pretensiones
especiosas gana la confianza del incauto. Pretende leer la historia de
su vida y comprender todas las dificultades y las aflicciones de los