Calificaciones esenciales del obrero
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gozo que nadie puede quitarnos.—
The Review and Herald, 10 de
junio de 1884
.
Pastores joviales y divertidos
—En su asociación hay un hom-
bre (no conozco su nombre) que no debiera estar en la asociación
como pastor, porque es desfavorable la influencia que ejerce sobre
las mentes de los que buscan la verdad. Se me llamó la atención
hacia él y se pronunciaron estas palabras: “La casa de Dios no ne-
cesita pastores joviales y divertidos. El espíritu de este hombre no
está de ningún modo en armonía con la obra solemne en la que nos
hemos comprometido”. La verdad que profesamos creer no necesita
hombres frívolos para que la presenten. Un hombre con una dispo-
sición liviana, jovial y divertida hará más para echar a perder las
iglesias con el mismo espíritu que lo que pueden hacer diez hombres
piadosos para quitar ese efecto...
El poder convertidor de Dios debe descender sobre los corazones
de los pastores, o bien éstos deben dedicarse a otra vocación. Si
los embajadores de Cristo comprenden la solemnidad de la tarea de
presentar la verdad a la gente, serán obreros juntamente con Dios,
serios y juiciosos. Si poseen una exacta apreciación de la comisión
que Cristo dio a sus discípulos abrirán con reverencia la Palabra
de Dios y escucharán la instrucción del Señor, pidiendo sabiduría
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del cielo para que, al estar entre los vivos y los muertos, puedan
comprender que deben rendir cuenta a Dios de la obra que sale de
sus manos.
¿Qué podría hacer el ministro sin Jesús? En verdad, no podría
hacer nada. Luego, si es un hombre frívolo y acostumbrado a decir
bromas, no está preparado para llevar a cabo el deber que el Señor
le ha encomendado. Cristo dijo: “Porque separados de mí nada
podéis hacer”.
Juan 15:5
. Las palabras irreflexivas que pronuncia,
las anécdotas frívolas, las palabras dichas para hacer reír, todo esto
es condenado por la Palabra de Dios y está completamente fuera de
lugar en el púlpito sagrado...
A menos que los pastores sean hombres convertidos, las iglesias
enfermarán y estarán a punto de morir. Únicamente el poder de Dios
puede cambiar el corazón humano y llenarlo con el amor de Cristo.
Solamente el poder de Dios puede corregir y dominar las pasiones
y santificar los afectos. Todos los que ministran deben humillar sus