Página 544 - El Evangelismo (1994)

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El Evangelismo
¿Habría Dios dado durante treinta años el mensaje a su pueblo según
el cual si desean tener sangre pura y mentes claras deben abandonar
el uso de la carne, si no hubiera querido que prestaran atención a
este mensaje? Mediante el uso de la carne la naturaleza animal se
fortalece y la naturaleza espiritual se debilita. Hombres como Ud.,
que se dedican al trabajo más solemne e importante que una vez se
haya confiado a seres humanos, necesitan prestar atención especial
a lo que comen.
Recuerde que cuando come carne está tan sólo consumiendo
granos y verduras de segunda mano, parque el animal recibe su
nutrición de estas cosas que lo hacen crecer y lo preparan para el
mercado. La vida que había en los granos y las verduras pasa al
animal y llega a formar parte de su vida, y después de eso los seres
humanos comen la carne de ese animal. ¿Por qué están tan deseosos
de comer alimento de segunda mano?
En el principio Dios dijo que la fruta era “buena para comer”.
El permiso otorgado para comer carne fue un resultado de la caída.
El hombre recibió permiso para comer carne de animales solamente
después del diluvio. ¿Por qué, entonces, necesitamos comer carne?
Pocos de los que comen carne saben cuán llena de enfermedad está
ésta. La carne nunca fue el mejor alimento y ahora está maldita por
la enfermedad.
El pensamiento de matar animales para comerlos es en sí mismo
chocante. Si la sensibilidad natural del hombre no hubiera sido
pervertida por la complacencia del apetito, los seres humanos no
pensarían en comer la carne de los animales.
Se nos ha dado la obra de promover la reforma pro salud. El
Señor desea que su pueblo esté en armonía mutua. Como Ud. debe
saber, no debemos abandonar la posición en la que el Señor nos ha
estado pidiendo que permanezcamos durante los últimos 35 años.
Tenga cuidado de no oponerse a la obra de la reforma pro salud.
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Esta seguirá adelantando porque es el medio que el Señor posee para
disminuir el sufrimiento que hay en nuestro mundo y para purificar
a su pueblo.
Tenga cuidado con la actitud que asume, no sea que provoque
división. Hermano mío, aun cuando Ud. no logre llevar a su vida y a
su familia la bendición que se obtiene al seguir los principios de la