Página 552 - El Evangelismo (1994)

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El Evangelismo
para la vida o la muerte eterna, no dedicarían su tiempo y su dinero
a vestirse de acuerdo con las modas existentes.” ¡Cuán poco sabían
del sermón que estaban predicando sus vestidos, estas hermanas que
profesaban tener fe!
Nuestras palabras, nuestras acciones y nuestra indumentaria pre-
dican diariamente y en forma vívida, y juntan para Cristo o dispersan.
Esto no es un asunto trivial, que se ha de dejar a un lado con una
broma. El tema de la indumentaria exige seria reflexión y mucha
oración. Muchos incrédulos han sentido que no han estado haciendo
bien al permitir que los esclavizara la moda; pero cuando ven ves-
tirse como los mundanos y gozar de una sociedad frívola a algunas
personas que hacen alta profesión de piedad, deciden que una con-
ducta tal no debe ser mala.—
Joyas de los Testimonios 1:594, 595
(1881)
.
La vestimenta sencilla no confundirá a los pobres
—Nuestra
vestimenta debiera ser sencilla, de tal manera que cuando visitemos
a los pobres, ellos no se sientan confundidos por el contraste entre
nuestra apariencia y la suya.—
Gospel Workers, 189 (1915)
.
Ropa adecuada a la profesión sagrada
—El cuidado en el ves-
tir es de importante consideración. El predicador debe vestir de una
manera que cuadre con la dignidad de su posición. Algunos predica-
dores han fracasado en este respecto. En algunos casos no sólo han
manifestado falta de gusto y de ordenado arreglo de su traje, sino
que éste carecía de aseo y buen aspecto.
El Dios del cielo cuyo brazo mueve el mundo, quien nos da vida
y guarda en buena salud, queda honrado o deshonrado por la indu-
mentaria de los que ofician en honor suyo.—
Obreros Evangélicos,
182 (1915)
.
La esposa del evangelista
Es responsable de sus talentos
—Sobre la esposa del ministro
pesa una responsabilidad que ella no debiera ni puede descartar livia-
namente. Dios requerirá con intereses el talento que le fue prestado.
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Ella debiera trabajar fervorosamente, con toda fidelidad y unida con
su esposo a fin de salvar almas. Nunca debiera poner en primer
plano sus deseos y preferencias, ni expresar una falta de interés en
el trabajo de su esposo, ni insistir en sus sentimientos de nostalgia