Página 570 - El Evangelismo (1994)

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El Evangelismo
Cristo habría venido para recibir a su pueblo y darle su recompensa.
Pero en el período de duda e incertidumbre que siguió después
del chasco, muchos de los creyentes del advenimiento perdieron
su fe... En esta forma la obra fue estorbada y el mundo quedó en
tinieblas. Si todo el cuerpo adventista se hubiera unido en torno de
los mandamientos de Dios y de la fe de Jesús, ¡cuán ampliamente
diferente habría sido nuestra historia!
No era la voluntad de Dios que se demorara así la venida de
Cristo. Dios no tenía el propósito de que su pueblo, Israel, vagara
cuarenta años por el desierto. Prometió guiarlos directamente a la
tierra de Canaán, y establecerlos allí como un pueblo santo, sano y
feliz. Pero aquellos a quienes primero se les predicó, no entraron “a
causa de incredulidad”.
Hebreos 3:19
. Sus corazones estaban llenos
de murmuración, rebelión y odio, y Dios no pudo cumplir su pacto
con ellos.
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Durante cuarenta años, la incredulidad, la murmuración y la
rebelión impidieron la entrada del antiguo Israel en la tierra de
Canaán. Los mismos pecados han demorado la entrada del moderno
Israel en la Canaán celestial. En ninguno de los dos casos faltaron
las promesas de Dios. La incredulidad, la mundanalidad, la falta
de consagración y las contiendas entre el profeso pueblo de Dios
nos han mantenido en este mundo de pecado y tristeza tantos años”.
Mensajes Selectos 1:78 (1883)
. Traducción revisada.
No lo culpéis a Dios
—Tal vez tengamos que permanecer aquí
en este mundo muchos años más debido a la insubordinación, co-
mo les sucedió a los hijos de Israel; pero por amor de Cristo, su
pueblo no debe añadir pecado sobre pecado culpando a Dios de las
consecuencias de su propia conducta errónea.—
Carta 184, 1901
.
Podemos apresurar el día
—Mediante la proclamación del
Evangelio al mundo, está a nuestro alcance apresurar la venida de
nuestro Señor.—
El Deseado de Todas las Gentes, 572 (1898)
.
Es privilegio de todo cristiano, no solamente esperar, sino apre-
surar la venida de nuestro Señor Jesucristo. Si todos los que profesan
su nombre estuvieran llevando frutos para su gloria, cuán rápida-
mente todo el mundo sería sembrado con la simiente del Evangelio.
Pronto la última cosecha sería levantada, y Cristo vendría para reunir
el precioso grano.—
Testimonies for the Church 8:22, 23 (1904)
.