Página 76 - El Evangelismo (1994)

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El Evangelismo
colaboradores estáis haciendo. Esta obra es realmente la obra del
Señor.—
Carta 182, 1906
.
Llevad familias que mantengan despierto el interés
Consideramos la localidad de Toronto [Australia] un lugar de ve-
raneo. Todos estos lugares distan de 15 a 30 km de Cooranbong,
y deben ser trabajados tan pronto como encontremos familias con-
sagradas que puedan ser ubicadas allí para mantener despierto el
interés. Todos estos campos están blancos para la siega, pero no
podemos hacer nada sin contar con obreros dedicados que puedan
entrar para despertar y mantener el interés.—
Carta 76, 1899
.
Se necesita una táctica sabia
—Se necesita una táctica sabia en
la selección de los campos de labor. Deben efectuarse planes antes
de entrar en un campo, con respecto a cómo estas almas han de ser
cuidadas. ¿Quiénes ministrarán a estas personas que aceptarán la
verdad? Han aceptado una verdad impopular. ¿Quién las educará
después que hayan aprendido su A B C? ¿Quién dará el molde
espiritual a su experiencia?
El trabajar a un alto costo para traer almas a la verdad y entonces
dejarlas para que modelen su propia experiencia de acuerdo con las
ideas falsas que han recibido y que han entretejido en su experiencia
religiosa, dejaría esa obra mucho peor de lo que sería si la verdad
nunca les hubiera sido traída. Dejar la obra incompleta y deshacién-
dose es peor que esperar hasta que se hagan planes bien delineados
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para cuidar de aquellos que aceptan la fe.—
Carta 60, 1886
.
Finanzas y presupuesto
Sentaos y contad el costo
—El pueblo de Dios no ha de avanzar
ciegamente en la inversión de medios que no tiene y que no sabe de
dónde obtener. Debemos manifestar sabiduría en los movimientos
que hacemos. Cristo ha trazado ante nosotros el plan en virtud del
cual su obra ha de ser realizada. Los que desean edificar mucho,
siéntense primeramente y cuenten el costo, para ver si son capaces
de terminar el edificio. Antes de empezar a realizar sus planes, deben
consultar con consejeros sabios. Si un obrero, al no razonar bien de
causa a efecto, está en peligro de hacer movimientos insensatos, sus
colaboradores han de hablarle palabras de sabiduría, mostrándole
dónde se encuentra el error.—
Carta 182, 1902
.