Página 97 - El Evangelismo (1994)

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La organización de las reuniones evangélicas
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gracias a Dios por esto. Cincuenta de ellas han abrazado la verdad
desde que se llevaron a cabo las reuniones de reavivamiento.—
Carta
137, 1898
.
Reavivamiento y organización de la iglesia
Reavivemos a los miembros de la iglesia
—El Señor no obra
para atraer a muchas almas a la verdad, a causa de los miembros de
la iglesia que nunca han sido convertidos, y por aquellos que una
vez estaban convertidos, pero se han descarriado.—
Testimonies for
the Church 6:371 (1900)
.
Veinte almas en lugar de una
—Los que profesan creer en Cris-
to sacan a relucir gran cantidad de escoria, que obstruye el camino
de la cruz. No obstante todo esto, hay personas tan profundamente
convencidas, que pasarán por todo desaliento y salvarán cualquier
obstáculo a fin de alcanzar la verdad. Pero si los que profesan creer
en la verdad hubiesen purificado sus mentes obedeciéndola, si hu-
biesen sentido la importancia del conocimiento y del refinamiento
de los modales en la obra de Cristo, donde se ha salvado un alma
podrían haberse salvado veinte.—
Joyas de los Testimonios 1:455
(1876)
.
Instruid primero a los miembros de la iglesia
—Cuando tra-
baje donde ya haya algunos creyentes, el predicador debe primero
no tanto tratar de convertir a los no creyentes como preparar a los
miembros de la iglesia para que presten una cooperación aceptable.
Trabaje él por ellos individualmente, esforzándose por inducirlos a
buscar una experiencia más profunda para sí mismos, y a trabajar
para otros. Cuando estén preparados para cooperar con el predi-
cador por sus oraciones y labores, mayor éxito acompañará a sus
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esfuerzos.—
Obreros Evangélicos, 206 (1915)
.
Despejando el camino del Rey
—Cuando obreros experimen-
tados llevan a cabo un esfuerzo especial para ganar almas en una
comunidad en la que viven nuestros propios feligreses, cada creyente
de esa zona tiene la solemnísima obligación de hacer todo lo que
pueda por despejar el camino del Rey, desechando todo pecado que
pueda impedirles colaborar con Dios y con sus hermanos.—
The
Review and Herald, 6 de diciembre de 1906
.