Página 106 - Fe y Obras (1984)

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Las opiniones y prácticas deben ajustarse a la
palabra de Dios
Parte de un artículo publicado en la The Review and Herald, 25 de
marzo de 1902.
Hay muchos que afirman que han sido santificados a Dios, y sin
embargo, cuando se presenta ante ellos la gran norma de santidad,
se excitan grandemente y manifiestan un espíritu que demuestra
que nada saben de lo que significa ser santo. No tienen la mente
de Cristo; porque quienes están verdaderamente santificados han
de reverenciar y obedecer la Palabra de Dios tan pronto como es
abierta delante de ellos, y expresarán un vehemente deseo de saber
qué es la verdad en cada punto de doctrina. Un sentimiento de gran
regocijo no es evidencia de santificacion. La afirmación “Soy salvo,
soy salvo”, no prueba que el alma esté salva o santificada.
A muchos que están grandemente excitados se les dice que
están santificados, cuando los tales no tienen una idea inteligente
de lo que significa el término, porque no conocen las Escrituras ni
el poder de Dios. Se halagan a sí mismos creyendo que están en
conformidad con la voluntad de Dios porque se sienten contentos;
pero cuando son probados, cuando se presenta la Palabra de Dios
para cotejarla con su experiencia, cierran sus oídos a la verdad,
diciendo: “Estoy santificado”, y eso pone fin al debate. No querrán
escudriñar las Escrituras para saber qué es verdad y comprobar que
se han engañado terriblemente a sí mismos. La santificación significa
muchísimo más que un arranque de sentimiento.
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Excitación no es santificación. Únicamente la completa con-
formidad con la voluntad de nuestro Padre que está en el cielo es
santificación, y la voluntad de Dios está expresada en su santa ley.
La observancia de todos los mandamientos de Dios es santificación.
Evidenciar que somos hijos obedientes a la Palabra de Dios es santi-
ficación. La Palabra de Dios debe ser nuestra guía, no las opiniones
o ideas humanas. Los que han de ser verdaderamente santificados,
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