Página 16 - Fe y Obras (1984)

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Fe y Obras
Cristo y su incomparable amor, introducido teorías y razonamientos,
y predicado discursos argumentativos.
Hombres inconversos han ocupado los púlpitos para sermonear.
Sus propios corazones nunca han experimentado, mediante una fe
viva, persistente y confiada, la dulce evidencia del perdón de sus
pecados. ¿Cómo pueden, entonces, predicar el amor, la simpatía, el
perdón divino de todos los pecados? ¿Cómo pueden decir: “Mira y
vive”? Al contemplar la cruz del Calvario, ustedes tendrán el deseo
de cargar la cruz. El Redentor del mundo fue suspendido de la cruz
del Calvario. Miren al Salvador del mundo, en quien habitaba toda la
plenitud de la Divinidad corporalmente. ¿Puede alguien contemplar
el sacrificio del amado Hijo de Dios sin que su corazón se ablande y
quebrante, listo para rendir a Dios el corazón y el alma?
Quede este punto completamente aclarado en cada mente: Si
aceptamos a Cristo como Redentor, debemos aceptarlo como Sobe-
rano. No podemos tener la seguridad y perfecta confianza en Cristo
como nuestro Salvador hasta que lo reconozcamos como nuestro
Rey y seamos obedientes a sus mandamientos. Así demostramos
nuestra lealtad a Dios. Entonces nuestra fe sonará genuina, porque es
una fe que obra. Obra por amor. Digan de corazón: “Señor, creo que
tú moriste para redimir mi alma. Si tú le has dado tal valor al alma
como para ofrecer tu vida por la mía, yo voy a responder. Entrego mi
vida y todas sus posibilidades, con toda mi debilidad, a tu cuidado”.
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La voluntad debe ser puesta en completa armonía con la voluntad
de Dios. Cuando se ha hecho esto, ningún rayo de luz que brille en
el corazón y en las cámaras de la mente será resistido. El alma no
será obstruida con prejuicios que lleven a llamar tinieblas a la luz, y
luz a las tinieblas. La luz del cielo es bien recibida, como una luz
que llena todos los recintos del alma. Esto es entonar melodías a
Dios.
Fe e incredulidad
¿Cuánto creemos de corazón? Alléguense a Dios, y Dios se
allegará a ustedes. Esto significa estar mucho con el Señor en oración.
Cuando los que se han ejercitado a sí mismos en el escepticismo y
han acariciado la incredulidad, tejiendo dudas en su experiencia, son
convencidos por el Espíritu de Dios, comprenden que es su deber