Página 17 - Fe y Obras (1984)

Basic HTML Version

Elena G. de White clarifica los temas
13
personal confesar su incredulidad. Abren sus corazones para aceptar
la luz que se les ha enviado y cruzan por fe la línea que separa al
pecado de la rectitud y a la duda de la fe. Se consagran sin reservas
a Dios, para seguir la luz de El en lugar de las chispas de su propia
llama. Al mantener su consagración, percibirán mayor luz y la luz
aumentará más y más en brillo hasta que el día sea perfecto.
La incredulidad que se acaricia en el alma tiene un poder hechi-
zante. Las semillas de duda que han estado sembrando producirán
su fruto, pero deben continuar desenterrando toda raíz de increduli-
dad. Cuando estas plantas venenosas son arrancadas, dejan de crecer
por falta de alimento en palabra y acción. El alma necesita que las
preciosas plantas de la fe y el amor sean plantadas en el terreno del
corazón y se entronicen allí.
[15]
Ideas confusas acerca de la salvación
¿Es posible que no entendamos que lo más costoso en el mundo
es
el pecado
? Su costo es la pureza de conciencia, que se pierda
el favor de Dios y que el alma se separe de El, y finalmente la
pérdida del cielo. El pecado de ofender al Santo Espíritu de Dios y
de caminar en oposición a El ha costado a demasiados la pérdida de
su alma.
¿Quién puede medir las responsabilidades de la influencia de
cada agente humano a quien nuestro Redentor ha comprado mediante
el sacrificio de su propia vida? ¡Qué escena se presentará cuando el
juicio comience y los libros sean abiertos para testificar acerca de
la salvación o la perdición de cada alma! Se requerirá la infalible
decisión de Uno que ha vivido en humanidad, amado a la humanidad,
dado su vida por la humanidad, para hacer la adjudicación final de
las recompensas de los justos leales y el castigo de los desobedientes,
los desleales e inicuos. Al Hijo de Dios se le confía la definitiva
calificación de la conducta y la responsabilidad de cada individuo.
Para los que han sido partícipes de los pecados de otros hombres y
han actuado contra la decisión de Dios, ha de ser una escena de la
más terrible solemnidad.
Una y otra vez me ha sido presentado el peligro de abrigar,
como pueblo, ideas falsas sobre la justificación por la fe. Por años
se me ha mostrado que Satanás trabajaría de una manera especial