Página 26 - Fe y Obras (1984)

Basic HTML Version

22
Fe y Obras
Dios y toda la gloria pertenece a Dios. La responsabilidad reside
en nosotros. Debemos recibir en pensamientos y en sentimientos,
para dar en expresión. La ley de la actividad humana y divina hace
del receptor un obrero juntamente con Dios. Lleva al hombre a la
posición donde puede, unido con la divinidad, hacer las obras de
Dios. La humanidad toca a la humanidad. La combinación del poder
divino y el agente humano será un éxito completo, porque la justicia
de Cristo lo realiza todo.
Poder sobrenatural para obras sobrenaturales
La razón por la cual tantos dejan de ser obreros de éxito es que
actúan como si Dios dependiera de ellos, y pretenden sugerirle a Dios
qué debe hacer con ellos, en lugar de depender ellos de Dios. Ponen
a un lado el poder sobrenatural y dejan de hacer la obra sobrenatural.
Dependen todo el tiempo de sus propias facultades humanas y las de
sus hermanos. Son estrechos en sí mismos y siempre están juzgando
según su finita comprensión humana. Necesitan elevarse, porque no
tienen poder de lo alto. Dios nos da el cuerpo, la energía mental, el
tiempo y la oportunidad para trabajar. Es necesario utilizar todos
esos recursos al máximo. Combinando la humanidad y la divinidad
se puede realizar una obra que durará por la eternidad. Cuando
el hombre piensa que el Señor ha cometido un error en su caso
particular, y elige su propia tarea, le espera la frustración.
[27]
“Por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros,
pues es don de Dios”.
Efesios 2:8
. Aquí hay verdad que desarrollará
el tema en tu mente si no la cierras a los rayos de luz. La vida eterna
es un regalo infinito. Esto la coloca fuera de la posibilidad de que
nosotros la ganemos, porque es infinita. Necesariamente tiene que
ser un regalo. Como regalo, tiene que ser recibida por fe, y a Dios
debe ofrecerse la gratitud y la alabanza. Una fe sólida no conducirá
a persona alguna al fanatismo o a actuar como el siervo indolente.
El poder maléfico de Satanás induce a los hombres a mirarse a sí
mismos en lugar de contemplar a Jesús. La justicia de Cristo debe
estar delante de nosotros si la gloria del Señor llega a ser nuestra
retaguardia. Si hacemos la voluntad de Dios podemos recibir grandes
bendiciones como un don gratuito del Señor, pero no porque haya
mérito alguno en nosotros; éste no tiene valor. Hagan la obra de