Página 25 - Fe y Obras (1984)

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Elena G. de White clarifica los temas
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confianza miran a Cristo como su única esperanza, no hay en sus
vidas tanto del yo y tan poco de Jesús. Las almas y los cuerpos están
corrompidos y contaminados por el pecado, el corazón está alejado
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de Dios; sin embargo, muchos luchan con su propia fuerza finita
para ganar la salvación mediante buenas obras. Piensan que Jesús
obrará parte de la salvación, pero que ellos deben hacer el resto.
Los tales necesitan ver por fe la justicia de Cristo como su única
esperanza para el tiempo y la eternidad.
Dios obra y el hombre obra
Dios ha dado a los hombres facultades y capacidades. Dios
obra y coopera con los dones que ha impartido al hombre, y el
hombre, siendo partícipe de la naturaleza divina y realizando la obra
de Cristo, puede ser vencedor y obtener la vida eterna. El Señor
no tiene intención de hacer la obra para cuyo cumplimiento ha
dado facultades al hombre. La parte del hombre debe ser realizada.
Debe ser un colaborador de Dios, llevando el yugo con Cristo, y
aprendiendo de su mansedumbre y humildad. Dios es el poder que
todo lo controla. El otorga los dones; el hombre los recibe y actúa
con el poder de la gracia de Cristo como un agente viviente.
“Vosotros sois labranza de Dios”.
1 Corintios 3:9
. El corazón
debe ser labrado, mejorado, arado, rastrillado y sembrado a fin de
producir su fruto para Dios en buenas obras. “Vosotros sois edificio
de Dios”. No podemos edificar por nosotros mismos. Hay un Poder
fuera de nosotros que tiene que edificar la iglesia, poniendo ladrillo
sobre ladrillo y cooperando siempre con las facultades y aptitudes
dadas por Dios al hombre. El Redentor debe hallar un hogar en su
edificio. Dios obra y el hombre obra. Es necesario que continuamente
se reciban los dones de Dios, para que pueda haber una entrega de
estos dones con la misma liberalidad. Es un continuo proceso de
recibir y devolver. El Señor ha provisto que el alma reciba alimento
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de El, a fin de que sea nuevamente entregado en la realización de
sus propósitos. Para que haya sobreabundancia, tiene que haber una
recepción de divinidad en la humanidad. “Habitaré y andaré entre
ellos”.
2 Corintios 6:16
.
El templo del alma ha de ser sagrado, santo, puro e inmacula-
do. Debe haber una coparticipación, en la cual todo el poder es de