Página 24 - Fe y Obras (1984)

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Fe y Obras
oigo esta práctica, porque me han sido revelados no pocos casos
en los cuales la vida familiar y la obra interior de los corazones
de esos mismos hombres están llenos de egoísmo. Son corruptos,
contaminados, viles; y nada que proviene de todas sus realizaciones
puede elevarlos delante de Dios, porque todo lo que hacen es una
abominación ante su mirada. No puede haber verdadera conversión
sin el abandono del pecado, y no se discierne el carácter detesta-
ble del pecado. Con una agudeza de percepción nunca alcanzada
por la comprensión humana, ángeles de Dios observan que seres
estorbados por influencias corruptoras, con almas y manos impuras,
están decidiendo su destino por la eternidad; y sin embargo, muchos
tienen escasa noción de lo que constituye el pecado y del remedio.
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Oímos tantas cosas que se predican en relación con la conversión
del alma que no son ciertas. Se enseña a los hombres a pensar que
si un ser humano se arrepiente será perdonado, suponiendo que el
arrepentimiento es el camino, la puerta para entrar en el cielo; que
el arrepentimiento tiene un cierto valor seguro para conseguirle el
perdón. ¿Puede el hombre arrepentirse por sí mismo? No más de lo
que puede perdonarse a sí mismo. Lágrimas, suspiros, resoluciones
-todo esto no es sino el ejercicio apropiado de las facultades que
Dios ha concedido al hombre, y el apartamiento del pecado en la
enmienda de una vida que es de Dios. ¿Dónde hay mérito en el
hombre para ganar su salvación, o para poner delante de Dios algo
que sea valioso o excelente? ¿Puede una ofrenda de dinero, casas o
tierras colocarlo en la lista de los merecedores? ¡Imposible!
Es peligroso considerar que la justificación por la fe pone mérito
en la fe. Cuando aceptamos la justicia de Cristo como un regalo,
somos justificados gratuitamente mediante la redención de Cristo.
¿Qué es fe? “La certeza de lo que se espera, la convicción de lo
que no se ve”.
Hebreos 11:1
. Es el asentimiento de la mente a las
palabras de Dios, que ciñe el corazón en voluntaria consagración y
servicio a El, quien dio el entendimiento, enterneció el corazón, y
tomó la iniciativa para atraer la mente a fin de que contemplara a
Cristo en la cruz del Calvario. La fe es rendir a Dios las facultades
intelectuales, entregarle la mente y la voluntad, y hacer de Cristo la
única puerta para entrar en el reino de los cielos.
Cuando los hombres comprenden que no pueden ganar la justifi-
cación por los méritos de sus propias obras, y con firme y completa