Página 33 - Fe y Obras (1984)

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Cristo, nuestra justicia (un tema presentado en
1883)
Disertación matinal para los ministros reunidos en el congreso de la
Asociación General, en Battle Creek, Míchigan, en noviembre de
1883. Publicada en la edición de 1892 de Gospel Workers Obreros
Evangélicos, 411-415 y en Mensajes Selectos, 1:411-415.
“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar
nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”.
1 Juan 1:9
.
Dios requiere que confesemos nuestros pecados y humillemos
nuestro corazón ante El. Pero al mismo tiempo debiéramos tenerle
confianza como a un Padre tierno que no abandonará a los que
ponen su confianza en El. Muchos de nosotros caminamos por vista
y no por fe. Creemos en las cosas que se ven, pero no apreciamos
las preciosas promesas que se nos dan en la Palabra de Dios. Sin
embargo, no podemos deshonrar a Dios más decididamente que
mostrando que desconfiamos de lo que El dice, y poniendo en duda
si el Señor nos habla de verdad o nos está engañando.
Dios no nos abandona por causa de nuestros pecados. Quizás
hayamos cometido errores y contristado a su Espíritu, pero cuando
nos arrepentimos y acudimos a El con corazón contrito, no nos
desdeña. Hay estorbos que deben ser removidos. Se han fomentado
sentimientos equivocados y ha habido orgullo, suficiencia propia,
impaciencia y murmuraciones. Todo esto nos separa de Dios. Deben
confesarse los pecados; debe haber una obra más profunda de la
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gracia en el corazón. Los que se sienten débiles y desanimados
deben llegar a ser hombres fuertes en Dios y deben hacer una noble
obra para el Maestro. Pero deben proceder con altura; no deben ser
influidos por motivos egoístas.
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