Página 45 - Fe y Obras (1984)

Basic HTML Version

Fe y obras
41
agonizar para entrar por la puerta estrecha. Debemos poner al Señor
siempre delante de nosotros. Con manos limpias, con corazones
puros, debemos tratar de honrar a Dios en todos nuestros caminos.
Se ha provisto ayuda para nosotros por medio de Aquel que es pode-
roso para salvar. El espíritu de verdad y luz nos vivificará y renovará
mediante sus misteriosas operaciones; porque todo nuestro progreso
espiritual proviene de Dios, no de nosotros mismos. El obrero ver-
dadero tendrá el poder divino en su ayuda, pero el indolente no será
sostenido por el Espíritu de Dios.
En un sentido somos librados a nuestras propias energías; debe-
mos luchar con ahínco para ser celosos y arrepentirnos, para limpiar
nuestras manos y purificar nuestros corazones de toda mancha; debe-
mos alcanzar la norma más elevada, creyendo que Dios nos ayudará
en nuestros esfuerzos. Si hemos de hallar, debemos buscar, y bus-
car con fe; debemos llamar, para que la puerta pueda abrirse ante
nosotros. La Biblia enseña que todo lo referente a nuestra salvación
depende de nuestro propio curso de acción. Si perecemos, la respon-
sabilidad yacerá enteramente en nosotros mismos. Si se ha hecho
provisión, y si aceptamos los términos de Dios, podemos apropiar-
nos de la vida eterna. Debemos acudir a Cristo con fe, debemos ser
diligentes para hacer nuestra vocación y elección seguras.
Se promete el perdón de los pecados al que se arrepiente y cree;
la corona de vida será el galardón del que es fiel hasta el fin. Podemos
[49]
crecer en la gracia desarrollándonos por medio de la gracia que ya
tenemos. Debemos mantenernos sin mancha del mundo si hemos
de ser hallados sin culpa en el día de Dios. La fe y las obras van
de la mano; actúan armoniosamente en la empresa de alcanzar la
victoria. Las obras sin fe son muertas, y la fe sin obras es muerta.
Las obras jamás van a salvarnos; son los méritos de Cristo los que
contarán en nuestro favor. Mediante la fe en El, Cristo hará que
todos nuestros imperfectos esfuerzos sean aceptables para Dios. La
fe que se requiere que tengamos no es una fe de no hacer nada; fe
salvadora es la que obra por amor y purifica el alma. El que eleve a
Dios manos santas sin ira ni duda, caminará inteligentemente en la
senda de los mandamientos de Dios.
Si hemos de hallar perdón por nuestros pecados, primero de-
bemos tener conciencia de lo que es el pecado, para que podamos
arrepentirnos y producir frutos dignos de arrepentimiento. Debemos