Página 54 - Fe y Obras (1984)

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El pueblo que guarda los mandamientos
Parte de un sermón pronunciado en South Lancaster, Massachusetts,
el 19 de enero de 1889, titulado “En El está la luz”. Publicado en la
Review and Herald, 26 de febrero de 1889.
Todo el cielo ha estado observando con intenso interés a los que
pretenden constituir el pueblo de Dios que guarda los mandamientos.
He aquí los que deberían estar en condición de reclamar todas las
ricas promesas de Dios; los que deberían avanzar de gloria en gloria
y de fortaleza en fortaleza; los que deberían estar en situación de dar
gloria a Dios por medio de las obras que realizan. Jesús ha dicho:
“Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean
vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los
cielos”.
Mateo 5:16
.
Hemos recibido la rica bendición de Dios, pero no hemos de
detenernos aquí. Debemos asir más y más los divinos rayos de luz
del cielo. Debemos ponernos justamente donde podamos recibir la
luz y reflejarla, con toda su gloria, en el sendero de otros. Nunca
ha habido un tiempo en el cual pudiéramos sentir más ánimo y
confianza en el trabajo que el actual. Hay muchos en nuestro mundo
que no guardan los mandamientos de Dios ni hacen profesión alguna
de guardarlos, y sin embargo reclaman todas sus bendiciones. Están
deseosos de aceptar las promesas de Dios y de apropiarse de ellas,
sin hacer caso de las condiciones sobre las cuales se basan. Los tales
no tienen derecho a las bendiciones que pretenden.
Pero los que guardan los mandamientos, ¿por qué no han de
aferrarse a las promesas que han sido dadas a los hijos de Dios?
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Podemos ver la justicia de Cristo en la ley. En la cruz del Calvario,
“la misericordia y la verdad se encontraron; la justicia y la paz se
besaron”.
Salmos 85:10
. Esta es la combinación que debería haber
en nuestro trabajo.
La verdad y la justicia deben ser presentadas con el amor de
Dios como se manifestó en Jesús. ¡Qué pureza se verá entonces!
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