Página 57 - Fe y Obras (1984)

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La calidad de nuestra fe
Sermón predicado por Elena G. de White en Ottawa, Kansas, el
sábado 11 de mayo de 1889, apenas unos meses después del
Congreso de Minneapolis, y que representa su enfoque sencillo y
práctico del tema. Archivado como Manuscript 1, 1889.
Texto:
Juan 3:1-16
(leído por la oradora).
Si no hubiera nada más en todas las Escrituras que señalase
definidamente el camino al cielo, lo tenemos aquí en estas palabras.
Nos dicen qué es la conversión. Nos indican qué debemos hacer
para ser salvos. Y, mis amigos, quiero decirles que esto golpea di-
rectamente en la raíz de la obra superficial en el mundo religioso.
Choca directamente con la idea de que uno puede llegar a ser un hijo
de Dios sin experimentar ningún cambio especial. Si la verdad de
Dios halla cabida en nuestros corazones, se produce en nosotros un
cambio decidido, porque tiene un poder santificador sobre la vida y
el carácter. Cuando veamos los frutos de la justificación en los que
manifiestan poseer la verdad avanzada, como nosotros manifestamos
tenerla, entonces habrá un curso de acción que dará testimonio de
que hemos aprendido de Cristo.
Cuando Cristo, la Esperanza de Israel, fue clavado en la cruz y
levantado como le dijo a Nicodemo que lo sería, la esperanza de los
discípulos murió con Jesús. Ellos no podían explicar la cuestión. No
podían entender todo lo que Cristo les había dicho al respecto con
anticipación.
Pero después de la Resurrección, resucitaron su esperanza y su
fe, y salieron a proclamar a Cristo y a Este crucificado. Contaron
cómo el Señor de vida y gloria había sido tomado y crucificado por
manos impías, y cómo había resucitado. Y así hablaron con gran
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denuedo las palabras de vida ante las cuales la gente se admiraba
sobremanera.
Los fariseos y los que oyeron a los discípulos proclamar osada-
mente a Jesús como el Mesías, entendieron que ellos habían estado
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