Página 62 - Fe y Obras (1984)

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Fe y Obras
La respuesta al lisiado de Betesda
Allí estaba el lisiado, y cuando Cristo le habló, el hombre le
contó la triste historia de cómo, en cuanto se disponía a descender al
agua para ser sanado, otro descendía antes que él. Cristo le preguntó:
“¿Quieres ser sano?”
Juan 5:6
. ¡Qué pregunta! Por ese motivo estaba
allí; pero Cristo quería suscitar en el corazón de ese hombre la
expresión del deseo de ser sanado. Y cuando Cristo le mandó que
se levantara, tomara su lecho y caminase, hizo exactamente lo que
Cristo le indicó que hiciera. No dijo: “¡Qué, he estado aquí treinta
años y no he dado un paso en todo ese tiempo!” No se detuvo a
argumentar, sino que hizo exactamente lo que se le ordenó. Tomó su
lecho y caminó, y fue sanado a partir de ese momento.
Esta es la fe que necesitamos. Pero si tú te detienes a explicar
cada cosa y a razonar cada punto, morirás en tus pecados, porque
nunca estarás satisfecho.
La serpiente de bronce
He aquí otro caso que Cristo presentó ante Nicodemo -la serpien-
te que fue levantada en el desierto- y declaró: “Así es necesario que
el Hijo del Hombre sea levantado”.
Juan 3:14
. Y si fuere levantado,
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atraería hacia El a todos los hombres, “para que todo aquel que en él
cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.
Vers. 15
. Ahora, tan sólo
miren a esa serpiente de bronce. Los hijos de Israel no se habían
percatado de que Dios los había estado cuidando por medio de sus
ángeles, enviados para ayudarlos y protegerlos. El pueblo no había
sido diezmado por las serpientes en sus largos viajes por el desierto.
Fue un pueblo ingrato.
También lo somos nosotros. No nos damos cuenta de los miles
de peligros de los cuales nos ha guardado nuestro Padre celestial.
No percibimos la gran bendición que El derrama sobre nosotros al
darnos alimento y ropa, y al preservar nuestras vidas enviando a
los ángeles guardianes para que nos cuiden. Cada día deberíamos
agradecer por esto. Nuestros corazones deberían vibrar de agradeci-
miento, y deberíamos acudir a Dios todos los días con una ofrenda
de gratitud. Deberíamos reunirnos cada día en torno del altar de
familia y alabar al Señor por su cuidado sobre nosotros. Los hijos