Página 86 - Fe y Obras (1984)

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La fe y las obras van de la mano
Artículo publicado en The Signs of the Times, 21 de julio de 1890,
bajo el título “¿Qué debo hacer para heredar la vida eterna?”
Jesús murió para salvar a su pueblo de sus pecados, y la redención
en Cristo significa cesar de transgredir la ley de Dios y liberarse de
todo pecado; ningún corazón que está agitado de enemistad contra
la ley de Dios está en armonía con Cristo, quien sufrió en el Calvario
para vindicar y exaltar la ley delante del universo.
Los que hacen osadas pretensiones de santidad demuestran, por
esto mismo, que no se ven a la luz de la ley; no están espiritualmente
esclarecidos, y no aborrecen todo género de agoísmo y orgullo. De
sus labios contaminados por el pecado fluyen las contradictorias
declaraciones: “Soy santo, soy impecable. Jesús me enseña que
si guardo la ley estoy destituido de la gracia. La ley es un yugo
de esclavitud”. El Señor dice: “Bienaventurados los que guardan
sus mandamientos, para que su potencia sea en el árbol de la vida,
y que entren por las puertas de la ciudad”. Deberíamos estudiar
cuidadosamente la Palabra de Dios a fin de que podamos tomar
decisiones correctas, y actuar consecuentemente; porque entonces
obedeceremos la Palabra y estaremos en armonía con la santa ley de
Dios.
No somos salvados por la ley, ni en desobediencia
Si bien debemos estar en armonía con la ley de Dios, no somos
salvados por las obras de la ley; sin embargo, no podemos ser salva-
dos sin obediencia. La ley es la norma por la cual se mide el carácter.
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Pero no nos es posible guardar los mandamientos de Dios sin la
gracia regeneradora de Cristo. Sólo Jesús puede limpiarnos de todo
pecado. El no nos salva mediante la ley, pero tampoco nos salvará
en desobediencia a la ley.
Nuestro amor a Cristo será proporcional a la profundidad de
nuestra convicción de pecado, y por medio de la ley es el conoci-
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