Página 91 - Fe y Obras (1984)

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La experiencia de la justificación por la fe es delineada
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“Creyó Abrahán a Dios, y le fue contado por justicia. Pero al
que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda;
mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le
es contada por justicia”.
Romanos 4:3-5
. La justicia es obediencia
a la ley. La ley demanda justicia, y ante la ley, el pecador debe
ser justo. Pero es incapaz de serlo. La única forma en que puede
obtener la justicia es mediante la fe. Por fe puede presentar a Dios
los méritos de Cristo, y el Señor coloca la obediencia de su Hijo
en la cuenta del pecador. La justicia de Cristo es aceptada en lugar
del fracaso del hombre, y Dios recibe, perdona y justifica al alma
creyente y arrepentida, la trata como si fuera justa, y la ama como
ama a su Hijo. De esta manera, la fe es contada como justicia y el
alma perdonada avanza de gracia en gracia, de la luz a una luz mayor.
Puede decir con regocijo: “No por obras de justicia que nosotros
hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la
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regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó
en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para
que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme
a la esperanza de la vida eterna”.
Tito 3:5-7
.
También está escrito: “Mas a todos los que le recibieron, a los
que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;
los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni
de voluntad de varón, sino de Dios”.
Juan 1:12, 13
. Jesús declaró:
“El que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios”.
Juan
3:3
. “El que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en
el reino de Dios”.
Juan 3:5
. No se coloca delante de nosotros una
norma baja, pues hemos de llegar a ser los hijos de Dios. Hemos de
ser salvados individualmente y, en el día del examen y de la prueba,
podremos ver la diferencia entre el que sirve a Dios y el que no
le sirve. Somos salvados como creyentes individuales en el Señor
Jesucristo.
Muchos se extravían porque piensan que deben trepar hasta el
cielo, que deben hacer algo para merecer el favor de Dios. Procuran
mejorar mediante sus propios esfuerzos, sin ayuda. Esto nunca lo
pueden realizar. Cristo ha abierto el camino al morir como nuestro
sacrificio, al vivir como nuestro ejemplo, al llegar a ser nuestro gran
Sumo Sacerdote. El declara: “Yo soy el camino, y la verdad, y la
vida”.
Juan 14:6
. Si mediante algún esfuerzo propio pudiéramos