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Los Hechos de los Apóstoles
los caminos serán apacentados, y en todas las cumbres serán sus
pastos. No tendrán hambre ni sed, ni el calor ni el sol los afligirá;
porque el que tiene de ellos misericordia los guiará, y los conducirá
a manaderos de aguas. Y tornaré camino todos mis montes, y mis
calzadas serán levantadas....
“Cantad alabanzas, oh cielos, y alégrate, tierra; y prorrumpid en
alabanzas, oh montes: porque Jehová ha consolado su pueblo, y de
sus pobres tendrá misericordia. Mas Sión dijo: Dejóme Jehová, y el
Señor se olvidó de mí. ¿Olvidaráse la mujer de lo que parió, para
dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque se olviden
ellas, yo no me olvidaré de ti. He aquí que en las palmas te tengo
esculpida: delante de mí están siempre tus muros.”
Isaías 49:8-16
.
La iglesia es la fortaleza de Dios, su ciudad de refugio, que él
sostiene en un mundo en rebelión. Cualquier traición a la iglesia
es traición hecha a Aquel que ha comprado a la humanidad con la
sangre de su Hijo unigénito. Desde el principio, las almas fieles han
constituído la iglesia en la tierra. En todo tiempo el Señor ha tenido
sus atalayas, que han dado un testimonio fiel a la generación en la
cual vivieron. Estos centinelas daban el mensaje de amonestación; y
cuando eran llamados a deponer su armadura, otros continuaban la
labor. Dios ligó consigo a estos testigos mediante un pacto, uniendo
a la iglesia de la tierra con la iglesia del cielo. El ha enviado a sus
ángeles para ministrar a su iglesia, y las puertas del infierno no han
podido prevalecer contra su pueblo.
A través de los siglos de persecución, lucha y tinieblas, Dios ha
sostenido a su iglesia. Ni una nube ha caído sobre ella sin que él
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hubiese hecho provisión; ni una fuerza opositora se ha levantado
para contrarrestar su obra, sin que él lo hubiese previsto. Todo ha
sucedido como él lo predijo. El no ha dejado abandonada a su iglesia,
sino que ha señalado en las declaraciones proféticas lo que ocurriría,
y se ha producido aquello que su Espíritu inspiró a los profetas a
predecir. Todos sus propósitos se cumplirán. Su ley está ligada a su
trono, y ningún poder del maligno puede destruirla. La verdad está
inspirada y guardada por Dios; y triunfará contra toda oposición.
Durante los siglos de tinieblas espirituales, la iglesia de Dios ha
sido como una ciudad asentada en un monte. De siglo en siglo, a
través de las generaciones sucesivas, las doctrinas puras del cielo se
han desarrollado dentro de ella. Por débil e imperfecta que parezca,