Página 153 - Los Hechos de los Ap

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Capítulo 21—En las regiones lejanas
Este capítulo está basado en Hechos 16:7-40.
Había llegado el tiempo para que el Evangelio se predicase más
allá de los confines del Asia Menor. Se estaba preparando el camino
para que Pablo y sus colaboradores penetrasen en Europa. En Troas,
en las márgenes del mar Mediterráneo, “fué mostrada a Pablo de
noche una visión: Un varón Macedonio se puso delante, rogándole,
y diciendo: Pasa a Macedonia, y ayúdanos.”
El llamamiento era imperativo y no admitía dilación. “Y como
vió la visión—declara Lucas, que acompañó a Pablo y Silas y Ti-
moteo en el viaje a Europa,—luego procuramos partir a Macedonia,
dando por cierto que Dios nos llamaba para que les anunciásemos
el evangelio. Partidos pues de Troas, vinimos camino derecho a
Samotracia, y el día siguiente a Neápolis; y de allí a Filipos, que es
la primera ciudad de la parte de Macedonia, y una colonia.”
“Y un día de sábado—continúa Lucas—salimos de la puerta
junto al río, donde solía ser la oración; y sentándonos, hablamos
a las mujeres que se habían juntado. Entonces una mujer llamada
Lidia, que vendía púrpura en la ciudad de Tiatira, temerosa de Dios,
estaba oyendo; el corazón de la cual abrió el Señor.” Lidia recibió
alegremente la verdad. Ella y su familia se convirtieron y bautizaron,
y rogó a los apóstoles que se hospedaran en su casa.
Cuando los mensajeros de la cruz salieron a enseñar, una mujer
poseída de un espíritu pitónico los siguió gritando: “Estos hombres
son siervos del Dios Alto, los cuales os anuncian el camino de salud.
Y esto hacía por muchos días.”
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Esta mujer era un agente especial de Satanás, y había dado mu-
cha ganancia a sus amos adivinando. Su influencia había ayudado
a fortalecer la idolatría. Satanás sabía que se estaba invadiendo su
reino, y recurrió a este medio de oponerse a la obra de Dios, esperan-
do mezclar su sofistería con las verdades enseñadas por aquellos que
proclamaban el mensaje evangélico. Las palabras de recomendación
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