Página 158 - Los Hechos de los Ap

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Los Hechos de los Apóstoles
dió a conocer la obra de los apóstoles a muchos que de otra manera
no habrían sido alcanzados.
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Las labores de Pablo en Filipos tuvieron por resultado el esta-
blecimiento de una iglesia cuyos miembros aumentaban constante-
mente. Su celo y devoción, y sobre todo su disposición a sufrir por
causa de Cristo, ejercieron una influencia profunda y duradera en
los conversos. Apreciaban altamente las preciosas verdades por las
cuales los apóstoles se habían sacrificado tanto, y se entregaron con
sincera devoción a la causa de su Redentor.
Que esta iglesia no estuvo libre de persecución, lo revela una
expresión de la carta que Pablo le escribió. Dice: “A vosotros es
concedido por Cristo, no sólo que creáis en él, sino también que
padezcáis por él, teniendo el mismo conflicto que habéis visto en
mí.” Sin embargo, era tal su firmeza en la fe, que él declara: “Doy
gracias a mi Dios en toda memoria de vosotros, siempre en todas
mis oraciones haciendo oración por todos vosotros con gozo, por
vuestra comunión en el evangelio, desde el primer día hasta ahora.”
Filipenses 1:29, 30, 3-5
.
Es terrible la lucha que se produce entre las fuerzas del bien y
las del mal en los centros importantes donde los mensajeros de la
verdad están llamados a trabajar. “No tenemos lucha contra sangre y
carne—declara Pablo;—sino contra principados, contra potestades,
contra señores del mundo, gobernadores de estas tinieblas.”
Efesios
6:12
. Hasta el fin, habrá un conflicto entre la iglesia de Dios y los
que están bajo el dominio de los ángeles malos.
Los primeros cristianos estaban llamados a menudo a hacer
frente cara a cara a las potestades de las tinieblas. Por medio de
sofistería y persecución el enemigo se esforzaba por apartarlos de la
verdadera fe. Ahora, cuando el fin de las cosas terrenales se acerca
rápidamente, Satanás realiza desesperados esfuerzos por entrampar
al mundo. Inventa muchos planes para ocupar las mentes y apartar
la atención de las verdades esenciales para la salvación. En todas las
ciudades sus agentes están organizando empeñosamente en partidos
a aquellos que se oponen a la ley de Dios. El gran engañador está
tratando de introducir elementos de confusión y rebelión, y los hom-
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bres se están enardeciendo con un celo que no está de acuerdo con
su conocimiento.