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Capítulo 25—Las cartas a los Tesalonicenses
Este capítulo está basado en 1 Tesalonicenses.
La Llegada de Silas y Timoteo desde Macedonia, durante la
permanencia de Pablo en Corinto, había alegrado grandemente al
apóstol. Ellos le trajeron buenas nuevas de la “fe y caridad” de
aquellos que habían aceptado la verdad durante la primera visita
de los mensajeros evangélicos a Tesalónica. El corazón de Pablo
simpatizaba tiernamente con esos creyentes, que, en medio de la
prueba y la adversidad, habían permanecido fieles a Dios. Anhelaba
visitarlos en persona, pero como no podía hacerlo entonces, les
escribió.
En esta carta a la iglesia de Tesalónica, el apóstol expresa su gra-
titud a Dios por las alegres nuevas de su aumento de fe. “Hermanos—
escribió,—recibimos consolación de vosotros en toda nuestra nece-
sidad y aflicción por causa de vuestra fe: porque ahora vivimos, si
vosotros estáis firmes en el Señor. Por lo cual, ¿qué hacimiento de
gracias podremos dar a Dios por vosotros, por todo el gozo con que
nos gozamos a causa de vosotros delante de nuestro Dios, orando de
noche y de día con grande instancia, que veamos vuestro rostro, y
que cumplamos lo que falta a vuestra fe?”
“Damos siempre gracias a Dios por todos vosotros, haciendo
memoria de vosotros en nuestras oraciones; sin cesar acordándonos
delante del Dios y Padre nuestro de la obra de vuestra fe, y del
trabajo de amor, y de la tolerancia de la esperanza del Señor nuestro
Jesucristo.”
Muchos de los creyentes de Tesalónica se habían vuelto “de los
ídolos ... al Dios vivo y verdadero.” Habían recibido “la palabra con
mucha tribulación;” y sus corazones estaban llenos del “gozo del
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Espíritu Santo.” El apóstol declaró que por su fidelidad en seguir al
Señor, eran “ejemplo a todos los que” habían “creído en Macedonia y
en Acaya.” Estas palabras de alabanza no eran inmerecidas; “porque
de vosotros—escribió—ha sido divulgada la palabra del Señor no
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