Página 213 - Los Hechos de los Ap

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Capítulo 29—Amonestación y súplica
Este capítulo está basado en 1 Corintios.
La primera epístola a la iglesia de Corinto fué escrita por el
apóstol Pablo durante la última parte de su estada en Efeso. Por nadie
había sentido él más profundo interés o realizado más incansables
esfuerzos que por los creyentes de Corinto. Por un año y medio
había trabajado entre ellos, señalándoles un Salvador crucificado
y resucitado como el único medio de salvación, e instándolos a
confiar implícitamente en el poder transformador de su gracia. Antes
de aceptar en la comunión de la iglesia a los que profesaban el
cristianismo, había tenido cuidado de darles instrucción especial
en cuanto a los privilegios y deberes del creyente cristiano; y se
había esforzado fervorosamente por ayudarles a ser fieles a sus votos
bautismales.
Pablo tenía un agudo sentido del conflicto que toda alma debía
sostener con los agentes del mal que tratan continuamente de engañar
y entrampar; y había trabajado incansablemente por fortalecer y
confirmar a los nuevos en la fe. Les había rogado que se entregaran
completamente a Dios; porque sabía que cuando el alma no hace
esta entrega, no abandona el pecado, los apetitos y pasiones todavía
luchan por el dominio, y las tentaciones confunden la conciencia.
La entrega debe ser completa. Toda alma débil que, rodeada
de dudas y luchas, se entrega completamente al Señor, se coloca
en contacto directo con agentes que la capacitan para vencer. El
cielo está cerca de ella, y tiene el sostén y la ayuda de los ángeles
misericordiosos en todo tiempo de prueba y necesidad.
Los miembros de la iglesia de Corinto estaban rodeados de ido-
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latría y sensualidad en la forma más seductora. Mientras el apóstol
estaba con ellos, estas influencias no habían tenido sino poco poder
sobre ellos. La firme fe de Pablo, sus fervientes oraciones y ardientes
palabras de instrucción, y sobre todo, su vida piadosa, les habían
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