Página 307 - Los Hechos de los Ap

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“Casi me persuades”
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espaciando en su tema favorito. Ninguno de los que le oían podía
dudar de su sinceridad. Pero en medio de su persuasiva elocuencia
fué interrumpido por Festo, que gritó: “Estás loco, Pablo: las muchas
letras te vuelven loco.”
El apóstol replicó: “No estoy loco, excelentísimo Festo, sino que
hablo palabras de verdad y de templanza. Pues el rey sabe estas
cosas, delante del cual también hablo confiadamente. Pues no pienso
que ignora nada de esto; pues no ha sido esto hecho en algún rincón.”
Entonces, dirigiéndose a Agripa, le preguntó directamente: “¿Crees,
rey Agripa, a los profetas? Yo sé que crees.”
Profundamente afectado, Agripa perdió por un momento de vista
todo lo que le rodeaba y la dignidad de su posición. Consciente sólo
de las verdades que había oído, viendo al humilde preso de pie ante
él como embajador de Dios, contestó involuntariamente: “Por poco
me persuades a ser Cristiano.”
Fervientemente el apóstol respondió: “¡Pluguiese a Dios que
por poco o por mucho, no solamente tú, mas también todos los que
hoy me oyen, fueseis hechos tales cual yo soy—y añadió mientras
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levantaba sus manos encadenadas,—excepto estas prisiones!”
Festo, Agripa y Bernice podían con justicia cargar las cadenas
que llevaba el apóstol. Todos eran culpables de graves crímenes.
Esos culpables habían oído ese día el ofrecimiento de la salvación
por medio del nombre de Cristo. Uno, por lo menos, casi había sido
persuadido a aceptar la gracia y el perdón ofrecidos. Pero Agripa,
poniendo a un lado la misericordia ofrecida, rehusó aceptar la cruz
de un Redentor crucificado.
La curiosidad del rey estaba satisfecha, y levantándose de su
asiento, indicó que la entrevista había terminado. Cuando la asam-
blea se dispersó, hablaron ellos entre sí diciendo: “Ninguna cosa
digna ni de muerte, ni de prisión, hace este hombre.”
Aunque Agripa era judío, no sentía el celo fanático ni el prejuicio
de los fariseos. “Podía este hombre ser suelto—dijo a Festo—si no
hubiera apelado a César.” Pero como el caso había sido remitido
al tribunal superior, estaba fuera de la jurisdicción de Festo o de
Agripa.
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