Página 319 - Los Hechos de los Ap

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En Roma
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gran parte de las responsabilidades porque les faltaba su sabiduría,
tacto e indomable energía; pero ahora, abandonados a su inexpe-
riencia para aprender las lecciones que habían rehuído, apreciaron
sus amonestaciones, consejos e instrucciones como no los habían
estimado durante su obra personal. Al informarse de su valentía y fe
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durante su largo encarcelamiento, fueron estimulados a una mayor
fidelidad y celo en la causa de Cristo.
Entre los asistentes de Pablo en Roma había muchos que habían
sido antes sus compañeros y colaboradores. Lucas, “el médico ama-
do,” quien le había atendido en el viaje a Jerusalén, durante los dos
años de su encarcelamiento en Cesarea, y en su arriesgado viaje a
Roma, estaba todavía con él. Timoteo también velaba por su como-
didad. Tíquico, “‘hermano amado y fiel ministro y consiervo en el
Señor,” auxiliaba noblemente al apóstol. Demas y Marcos estaban
también con él. Aristarco y Epafras eran sus compañeros “en la
prisión.”
Colosenses 4:7-14
.
Desde los primeros años de su profesión de fe, la experiencia
cristiana de Marcos se había profundizado. A medida que estudiaba
más atentamente la vida y muerte de Cristo, obtenía más claros
conceptos de la misión del Salvador, sus afanes y conflictos. Leyendo
en las cicatrices de las manos y los pies de Cristo las señales de su
servicio por la humanidad, y el extremo a que llega la abnegación
para salvar a los extraviados y perdidos, Marcos se constituyó en un
seguidor voluntario del Maestro en la senda del sacrificio. Ahora,
compartiendo la suerte de Pablo, el preso, comprendía mejor que
nunca antes que es una infinita ganancia alcanzar a Cristo, e infinita
pérdida ganar el mundo y perder el alma por cuya redención la sangre
de Cristo fué derramada. Frente a la severa prueba y adversidad,
Marcos continuó firmemente, como sabio y amado ayudador del
apóstol.
Demas fué fiel por un tiempo, pero luego abandonó la causa de
Cristo. Refiriéndose a esto, Pablo escribió: “Demas me ha desampa-
rado, amando este siglo.”
2 Timoteo 4:10
. Demas sacrificó toda alta
y noble consideración para conseguir la ganancia mundanal. ¡Qué
cambio insensato! Poseyendo solamente riqueza u honor mundano,
Demas era ciertamente pobre, por mucho que fuera lo que orgullosa-
mente pudiera considerar suyo; mientras tanto Marcos, escogiendo
sufrir por la causa de Cristo, poseía riquezas eternas, siendo con-