Página 321 - Los Hechos de los Ap

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En Roma
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Pablo pudo haber manifestado a Filemón su deber como cris-
tiano, pero en cambio escogió valerse del ruego: “Pablo anciano,
y ahora también prisionero de Cristo Jesús:—ruégote por mi hijo,
a quien yo he engendrado en mis prisiones—mi hijo Onésimo; el
cual en un tiempo te fué inútil, mas ahora es útil para ti y para mí.”
(V.M.)
El apóstol pidió a Filemón, en vista de la conversión de Oné-
simo, que recibiera al esclavo arrepentido como a su propio hijo,
mostrándole tan profundo afecto que le decidiera a habitar con el que
antes fuera su amo, “ya no como siervo, sino más que siervo, como
hermano amado.” Expresó su deseo de retener a Onésimo como uno
que podía servirle durante su encarcelamiento como Filemón mismo
lo hubiera hecho; sin embargo no deseaba sus servicios a menos que
por propia iniciativa dejara al esclavo libre.
El apóstol conocía bien la severidad con que muchos amos trata-
ban a sus esclavos, y sabía también que Filemón estaba grandemente
irritado a causa de la conducta de su siervo. Trató de escribirle de
tal manera que despertara sus más profundos y tiernos sentimientos
de cristiano. La conversión de Onésimo le había transformado en un
hermano en la fe, y cualquier castigo infligido a este nuevo converso
sería considerado por Pablo como aplicado a sí mismo.
Pablo propuso voluntariamente tomar a su cargo la deuda de
Onésimo para que el culpable pudiera ser librado del oprobio de un
castigo y pudiera gozar nuevamente los privilegios que había perdi-
do. “Si pues me tienes a mí por compañero—escribió a Filemón,—
recíbele como a mí mismo. Pero si te ha perjudicado en algo, o te
debe algo, apúntalo a mi cuenta: yo Pablo lo he escrito con mi propia
mano; yo te lo volveré a pagar.”
¡Qué adecuada ilustración del amor de Cristo hacia el pecador
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arrepentido! El siervo que había defraudado a su amo no tenía nada
con que hacer la restitución. El pecador que ha robado a Dios años de
servicio, no tiene medios para cancelar su deuda. Jesús se interpone
entre el pecador y Dios, diciendo: Yo pagaré la deuda. Perdona al
pecador; yo sufriré en su lugar.
Después de ofrecerse como pagador de la deuda de Onésimo,
Pablo recordó a Filemón cuán grande era su deuda hacia el após-
tol. Le debía su propio ser, siendo que Dios había usado a Pablo
como instrumento para su conversión. Entonces, en un tierno y fer-