Página 361 - Los Hechos de los Ap

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Capítulo 51—Un fiel subpastor
Este capítulo está basado en 1 Pedro.
En el libro de los Hechos de los Apóstoles se hace poca men-
ción de la última parte del ministerio del apóstol Pedro. Durante
los años de intensa actividad que siguieron al derramamiento del
Espíritu Santo en el día de Pentecostés, Pedro estaba entre los que se
esforzaban incansablemente para alcanzar a los judíos que acudían
a Jerusalén a adorar en el tiempo de las fiestas anuales.
A medida que el número de los creyentes se multiplicaba en
Jerusalén y en otros lugares visitados por los mensajeros de la cruz,
los talentos que poseía Pedro demostraron ser de incalculable valor
para la iglesia primitiva. La influencia de su testimonio concerniente
a Jesús de Nazaret se difundía ampliamente. Sobre él descansaba
una doble responsabilidad. Testificaba positivamente acerca del
Mesías ante los incrédulos, trabajando fervientemente a favor de su
conversión; y al mismo tiempo realizaba un trabajo especial en favor
de los creyentes, fortaleciéndolos en la fe de Cristo.
Después que Pedro fué inducido a negarse a sí mismo y a depen-
der en absoluto del poder divino, recibió su llamamiento a trabajar
como subpastor. Cristo había dicho a Pedro, antes que le negara: “Y
tú, una vez vuelto (
convertido, V.T.A
.), confirma a tus hermanos.”
Lucas 22:32
. Estas palabras indicaban la obra extensa y eficaz que
este apóstol debía hacer en lo futuro en favor de aquellos que acep-
taban la fe. Su experiencia personal con el pecado, el sufrimiento y
el arrepentimiento, lo habían preparado para esa obra. Mientras no
reconoció sus debilidades, no pudo conocer la necesidad que tenían
los creyentes de depender de Cristo. En medio de la tormenta de
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la tentación había llegado a comprender que el hombre solamente
puede caminar seguro cuando pierde toda confianza en sí mismo y
la deposita en el Salvador.
En la última reunión de Cristo con sus discípulos junto al mar,
Pedro, después de ser probado por la pregunta “¿Me amas?” (
Juan
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