Página 373 - Los Hechos de los Ap

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Firme hasta el fin
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celestial, deben seguir dirigiéndose hacia la perfección, siendo “guar-
dados en la virtud de Dios por fe.”
1 Pedro 1:5
. La gloria de Dios
consiste en otorgar su poder a sus hijos. Desea ver a los hombres
alcanzar la más alta norma: y serán hechos perfectos en él cuan-
do por fe echen mano del poder de Cristo, cuando recurran a sus
infalibles promesas reclamando su cumplimiento, cuando con una
importunidad que no admita rechazamiento, busquen el poder del
Espíritu Santo.
Habiendo recibido la fe del Evangelio, la siguiente obra del
creyente es añadir virtud a su carácter y así limpiar el corazón y
preparar la mente para la recepción del conocimiento de Dios. Este
conocimiento es el fundamento de toda verdadera educación y de
todo verdadero servicio. Es la única real salvaguardia contra la
tentación; y solamente eso puede hacerle a uno semejante a Dios en
carácter. Por medio del conocimiento de Dios y de su Hijo Jesucristo,
se imparten a los creyentes “todas las cosas que pertenecen a la vida
y a la piedad.” Ningún buen don se niega al que sinceramente desea
obtener la justicia de Dios.
“Esta empero es la vida eterna—dijo Cristo,—que te conozcan
el solo Dios verdadero, y a Jesucristo, al cual has enviado.”
Juan
17:3
. Y el profeta Jeremías declaró: “No se alabe el sabio en su
sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe
en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar; en
entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia,
juicio, y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová.”
Jeremías 9:23, 24
. Difícilmente puede la mente humana entender la
anchura, profundidad y altura de las realizaciones espirituales del
que obtiene este conocimiento.
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A nadie se le impide alcanzar, en su esfera, la perfección de un
carácter cristiano. Por el sacrificio de Cristo se ha provisto para que
los creyentes reciban todas las cosas que pertenecen a la vida y la
piedad. Dios nos invita a que alcancemos la norma de perfección y
pone como ejemplo delante de nosotros el carácter de Cristo. En su
humanidad, perfeccionada por una vida de constante resistencia al
mal, el Salvador mostró que cooperando con la Divinidad los seres
humanos pueden alcanzar la perfección de carácter en esta vida. Esa
es la seguridad que nos da Dios de que nosotros también podemos
obtener una victoria completa.