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Los Hechos de los Apóstoles
con Dios, con Cristo, con los ángeles y con los fieles de todas las
edades, los hijos de Dios serán una gran mayoría.
Los verdaderos discípulos de Cristo le siguen a través de duros
conflictos, siendo abnegados y experimentando amargos desenga-
ños; pero eso les muestra la culpabilidad y la miseria del pecado
y son inducidos a mirarlo con aborrecimiento. Participantes en los
sufrimientos de Cristo, son destinados a ser participantes de su glo-
ria. En santa visión el profeta vió el postrer triunfo de la iglesia
remanente de Dios. Esto fué lo que escribió:
“Y vi así como un mar de vidrio mezclado con fuego; y los que
habían alcanzado la victoria ... estar sobre el mar de vidrio, teniendo
las arpas de Dios. Y cantan el cántico de Moisés siervo de Dios, y el
cántico del Cordero, diciendo: Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey
de los santos.”
Apocalipsis 15:2, 3
.
“Y miré, y he aquí, el Cordero estaba sobre el monte de Sión, y
con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de su Padre
escrito en sus frentes.”
Apocalipsis 14:1
. En este mundo habían
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consagrado sus mentes a Dios; le habían servido con la inteligencia
y el corazón; y ahora él puede poner su nombre “en sus frentes.”
“Y reinarán para siempre jamás.”
Apocalipsis 22:5
. No entrarán y
saldrán como quienes mendigan un lugar. Pertenecerán a aquellos
de los cuales Cristo dijo: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el
reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.” Les
dará la bienvenida como a hijos, diciéndoles: “Entra en el gozo de
tu Señor.”
Mateo 25:34, 21
.
“Estos, los que siguen al Cordero por dondequiera que fuere.
Estos fueron comprados de entre los hombres por primicias para
Dios y para el Cordero.”
Apocalipsis 14:4, 5
. La visión del profeta
los coloca frente al Monte de Sión, ceñidos para un servicio santo,
vestidos de lino blanco, que es la justificación de los santos. Pero
todo el que siga al Cordero en el cielo, primeramente tiene que
seguirle en la tierra, no con inquietud o caprichosamente, sino con
confianza, amor y obediencia voluntaria; como la oveja sigue al
pastor.
“Y oí una voz de tañedores de arpas que tañían con sus arpas:
y cantaban como un cántico nuevo delante del trono, ... y ninguno
podía aprender el cántico sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil,