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Capítulo 58—La iglesia triunfante
Hace alrededor de diecinueve siglos que los apóstoles descansan
de sus labores; pero la historia de sus fatigas y sacrificios por la
causa de Cristo se encuentra todavía entre los más preciosos tesoros
de la iglesia. Dicha historia, escrita bajo la dirección del Espíritu
Santo, fué registrada a fin de que por ella los seguidores de Cristo
de todas las épocas fuesen inducidos a empeñarse con mayor celo y
fervor en la causa del Salvador.
Los discípulos cumplieron la comisión que Cristo les dió. A me-
dida que esos mensajeros de la cruz salían a proclamar el Evangelio,
se manifestaba tal revelación de la gloria de Dios como nunca antes
habían visto los mortales. Por medio de la cooperación del Espíritu
divino, los apóstoles realizaron una obra que conmovió al mundo.
El Evangelio fué llevado a toda nación en una sola generación.
Gloriosos fueron los resultados que acompañaron al ministerio
de los apóstoles escogidos por Cristo. Al principio, algunos de ellos
eran hombres sin letras, pero su consagración a la causa de su Maes-
tro era absoluta y bajo su instrucción consiguieron una preparación
para la gran obra que les fué encomendada. La gracia y la verdad
reinaban en sus corazones, inspiraban sus motivos y dirigían sus
acciones. Sus vidas estaban escondidas con Cristo en Dios, el yo se
perdía de vista, sumergido en las profundidades del amor infinito.
Los discípulos eran hombres que sabían hablar y orar sincera-
mente, hombres que podían apoderarse de la fuerza del Poderoso de
Israel. ¡Cuán cerca estaban de Dios, y cuán estrechamente ligaban
su honor personal a su trono! Jehová era su Dios. Su honor era el
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honor de ellos. La verdad de Dios era la suya. Cualquier ataque al
Evangelio hería profundamente sus almas, y con todo el poder de su
ser luchaban por la causa de Cristo. Podían predicar la palabra de
vida, porque habían recibido la unción celestial. Esperaban mucho y
por lo tanto intentaban mucho. Cristo se revelaba a ellos y le mira-
ban como su guía. Su entendimiento de la verdad y su poder para
afrontar la oposición estaban en proporción con su conformidad a
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