Página 417 - Los Hechos de los Ap

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La iglesia triunfante
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la voluntad de Dios. Jesucristo, sabiduría y poder de Dios, era el
tema de todo discurso. Su nombre—el único dado a los hombres
debajo del cielo para que puedan ser salvos—era exaltado por ellos.
A medida que proclamaban un Salvador todopoderoso, resucitado,
sus palabras conmovían los corazones y hombres y mujeres eran
ganados para el Evangelio. Multitudes que habían vilipendiado el
nombre del Salvador y despreciado su poder, ahora se confesaban
discípulos del Crucificado.
Los apóstoles no cumplían su misión por su propio poder, sino
con el del Dios viviente. Su tarea no era fácil. Las primeras labores
de la iglesia cristiana se realizaron bajo opresión y amarga aflicción.
Los discípulos encontraban constantemente privaciones, calumnias
y persecuciones en su trabajo; pero no consideraban sus propias
vidas como caras; antes se regocijaban porque eran llamados a sufrir
por Cristo. La irresolución, la indecisión, y la debilidad de propósito
no hallaban cabida en sus esfuerzos. Estaban dispuestos a gastar
y ser gastados. El sentido de la responsabilidad que descansaba
sobre ellos, purificaba y enriquecía sus vidas; y la gracia del cielo se
revelaba en las conquistas que lograron para Cristo. Con el poder
de la omnipotencia, Dios obraba por intermedio de ellos para hacer
triunfar el Evangelio.
Los apóstoles edificaron la iglesia de Dios sobre el fundamento
que Cristo mismo había puesto. Frecuentemente se usa en las Es-
crituras la figura de la construcción de un templo para ilustrar la
edificación de la iglesia. Zacarías señaló a Cristo como el Pimpollo
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que debía edificar el templo del Señor. Habla de los gentiles como
colaboradores en la obra: “Y los que están lejos vendrán y edifi-
carán en el templo de Jehová;” e Isaías declara: “Los hijos de los
extranjeros edificarán tus muros.”
Zacarías 6:12, 15
;
Isaías 60:10
.
Escribiendo acerca de la edificación de dicho templo, Pedro dice:
“Al cual allegándoos, piedra viva, reprobada cierto de los hombres,
empero elegida de Dios, preciosa, vosotros también, como piedras
vivas, sed edificados una casa espiritual, y un sacerdocio santo, para
ofrecer sacrificios espirituales, agradables a Dios por Jesucristo.”
1
Pedro 2:4, 5
.
Los apóstoles trabajaron en la cantera del mundo judío y gentil,
extrayendo piedras que habían de colocar sobre el fundamento. En
su carta a los creyentes de Efeso, Pablo les dice: “Así que ya no