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Los Hechos de los Apóstoles
sois extranjeros ni advenedizos, sino juntamente ciudadanos con los
santos, y domésticos de Dios; edificados sobre el fundamento de los
apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo
mismo; en el cual, compaginado todo el edificio, va creciendo para
ser un templo santo en el Señor: en el cual vosotros también sois
juntamente edificados, para morada de Dios en Espíritu.”
Efesios
2:19-22
.
Y escribió a los corintios: “Conforme a la gracia de Dios que me
ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro
edifica encima: empero cada uno vea cómo sobreedifica. Porque
nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual
es Jesucristo. Y si alguno edificare sobre este fundamento oro, plata,
piedras preciosas, madera, heno, hojarasca; la obra de cada uno será
manifestada; porque el día la declarará; porque por el fuego será
manifestada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego hará la prueba.”
1 Corintios 3:10-13
.
Los apóstoles edificaron sobre un fundamento seguro, la Roca
de los siglos. Sobre ese fundamento colocaron las piedras que extra-
jeron del mundo. Los edificadores no hicieron su obra sin afrontar
obstáculos. Se hizo sumamente difícil a causa de la oposición de
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los enemigos de Cristo. Tuvieron que luchar contra el fanatismo, el
prejuicio y el odio de los que edificaban sobre un fundamento falso.
Muchos de los que trabajaban como edificadores de la iglesia podían
compararse con los que construían las murallas en los días de Nehe-
mías, de quienes se escribió: “Los que edificaban en el muro, y los
que llevaban cargas y los que cargaban, con la una mano trabajaban
en la obra, y en la otra tenían la espada.”
Nehemías 4:17
.
Reyes y gobernantes, sacerdotes y magistrados, procuraron des-
truir el templo de Dios. Pero frente al encarcelamiento, tortura y
muerte, hombres fieles llevaron la obra adelante; y la estructura
creció hermosa y simétrica. A veces los trabajadores estaban casi ce-
gados por la neblina de superstición que se levantaba en su derredor.
Por momentos se encontraban casi abrumados por la violencia de
sus opositores. Pero con fe firme y valor inquebrantable prosiguieron
con la obra.
Uno tras otro, los primeros edificadores cayeron a mano del
enemigo. Esteban fué apedreado; Santiago, muerto por la espada;
Pablo, decapitado; Pedro, crucificado; Juan, desterrado. A pesar de