Página 71 - Los Hechos de los Ap

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Los siete diáconos
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en el juicio: así al pequeño como al grande oiréis: no tendréis temor
de ninguno, porque el juicio es de Dios.”
Deuteronomio 1:16, 17
.
El rey David, hacia el fin de su reinado, hizo un solemne encargo
a aquellos que dirigían la obra de Dios en su tiempo. Convocando
en Jerusalén “a todos los principales de Israel, los príncipes de las
tribus, y los jefes de las divisiones que servían al rey, los tribunos y
centuriones, con los superintendentes de toda la hacienda y posesión
del rey, y sus hijos, con los eunucos, los poderosos, y todos sus hom-
bres valientes,” el anciano rey les ordenó solemnemente, “delante
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de los ojos de todo Israel, congregación de Jehová, y en oídos de
nuestro Dios”: “Guardad e inquirid todos los preceptos de Jehová
vuestro Dios.”
1 Crónicas 28:1, 8
.
A Salomón, como uno que estaba llamado a ocupar un puesto de
la mayor responsabilidad, David le hizo un encargo especial: “Y tú,
Salomón, hijo mío, conoce al Dios de tu padre, y sírvele con corazón
perfecto, y con ánimo voluntario; porque Jehová escudriña los cora-
zones de todos, y entiende toda imaginación de los pensamientos.
Si tú le buscares, lo hallarás; mas si lo dejares, él te desechará para
siempre. Mira, pues, ahora que Jehová te ha elegido.... Esfuérzate.”
1 Crónicas 28:9, 10
.
Los mismos principios de piedad y justicia que debían guiar a los
gobernantes del pueblo de Dios en el tiempo de Moisés y de David,
habían de seguir también aquellos a quienes se les encomendó la
vigilancia de la recién organizada iglesia de Dios en la dispensación
evangélica. En la obra de poner en orden las cosas en todas las
iglesias, y de consagrar hombres capaces para que actuaran como
oficiales, los apóstoles mantenían las altas normas de dirección
bosquejadas en los escritos del Antiguo Testamento. Sostenían que
aquel que es llamado a ocupar un puesto de gran responsabilidad
en la iglesia, debe ser “sin crimen, como dispensador de Dios; no
soberbio, no iracundo, no amador del vino, no heridor, no codicioso
de torpes ganancias; sino hospedador, amador de lo bueno, templado,
justo, santo, continente; retenedor de la fiel palabra que es conforme
a la doctrina: para que también pueda exhortar con sana doctrina, y
convencer a los que contradijeren.”
Tito 1:7-9
.
El orden mantenido en la primitiva iglesia cristiana, la habilitó
para seguir firmemente adelante como disciplinado ejército revestido
de la armadura de Dios. Aunque las compañías o grupos de fieles