Página 141 - El Hogar Cristiano (2007)

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Capítulo 26—El legado de los padres a los hijos
La ley de la herencia
—La condición física y mental de los
padres se perpetúa en su posteridad. Este es un asunto que no se
considera debidamente. Cuando quiera que los hábitos de los padres
contraríen las leyes físicas, el daño que se infligen a sí mismos se
repetirá en las generaciones futuras....
Mediante la cultura física, mental y moral todos pueden llegar
a ser colaboradores de Cristo. Muchísimo depende de los padres.
A ellos les toca decidir si traerán al mundo hijos que serán una
bendición o una maldición
Cuanto más nobles sean los propósitos que animen a los padres,
cuanto más elevadas sus dotes intelectuales y morales, cuanto más
desarrolladas sus facultades físicas, mejor será el equipo que para la
vida den a sus hijos. Cultivando en sí mismos las mejores prendas,
los padres influyen en la formación de la sociedad de mañana y en
el ennoblecimiento de las futuras generaciones
Muchos padres son lamentablemente ignorantes
—Los que
han sido encargados de la propiedad de Dios, constituida por las
almas y los cuerpos de los niños formados a su imagen, deben erigir
barreras contra la sensualidad de esta época, que está arruinando la
salud física y moral de millares. Si se pudiera remontar a la verdadera
causa de muchos crímenes cometidos en esta época, se vería que de
ellos es responsable la ignorancia de padres y madres indiferentes al
respecto. A esta lamentable ignorancia se sacrifica la salud y la vida
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misma. Padres, si no dais a vuestros hijos la educación que Dios
os impone darles por precepto y ejemplo, tendréis que responder a
Dios por los resultados. Estos no se limitarán a vuestros hijos. Se
extenderán a través de generaciones. Así como un cardo que se deja
crecer en el campo produce una cosecha de su especie, los pecados
resultantes de vuestra negligencia obrarán para arruinar a quienes
caigan dentro de la esfera de su influencia
Los males de la intemperancia se perpetúan
—La glotonería
y el consumo de vino corrompen la sangre, inflaman las pasiones
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