Página 152 - El Hogar Cristiano (2007)

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El Hogar Cristiano
madre, por tratar casi constantemente con los hijos, especialmente
durante sus tiernos años, debe ser siempre su instructora y compañera
especial. Debe preocuparse mucho por cultivar el aseo y el orden
en sus hijos y por dirigirlos en la adquisición de hábitos y gustos
correctos; debe enseñarles a ser laboriosos y serviciales; a valerse
de sus recursos, a vivir, actuar y trabajar como estando siempre a la
vista de Dios
Las hermanas mayores pueden ejercer una fuerte influencia sobre
los miembros más jóvenes de la familia. Estos, al ver el ejemplo
de los mayores, serán regidos más por el principio de la imitación
que por los preceptos con frecuencia repetidos. La hija mayor debe
considerar siempre como deber cristiano que le incumbe ayudar a la
madre a llevar sus muchas y pesadas cargas
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Los padres deben estar mucho en casa. Por precepto y ejemplo
deben enseñar a sus hijos a amar y temer a Dios; a ser inteligentes,
sociables y afectuosos; a cultivar hábitos de laboriosidad, economía
y abnegación. Por manifestar a sus hijos amor, simpatía y aliento en
casa, los padres pueden proveerles de un retiro seguro y bienvenido
contra muchas de las tentaciones del mundo
Preparación para la escuela de iglesia
—En la escuela del ho-
gar es donde nuestros niños han de prepararse para asistir a la escuela
de la iglesia. Los padres deben recordar esto constantemente y, como
maestros del hogar, deben consagrar a Dios toda facultad de su ser, a
fin de que puedan desempeñar su alta y santa misión. La instrucción
diligente y fiel que se dé en el hogar es la mejor preparación que los
niños puedan recibir para la vida escolar
Las órdenes de Dios son supremas
—Tenemos en la Biblia
reglas para guiar a todos, padres e hijos, una norma elevada y santa
de la cual no podemos desviarnos. Las órdenes de Dios deben ser
supremas. Que el padre y la madre de la familia abran la Palabra de
Dios delante de Aquel que escudriña los corazones, y pregunten con
sinceridad: “¿Qué dijo Dios?
Enseñad a vuestros hijos a amar la verdad porque es la verdad,
y porque han de ser santificados por ella y hechos idóneos para
subsistir en el gran examen que antes de mucho determinará si están
preparados para iniciar una obra mayor y llegar a ser miembros de
la familia real, hijos del Rey celestial