Página 170 - El Hogar Cristiano (2007)

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El Hogar Cristiano
Dios. Entonces, por la gracia de Cristo, puede ser una maestra sabia,
bondadosa y amante
Cristo ha tomado toda medida necesaria para que cada padre y
madre que quiera ser dirigido por el Espíritu Santo reciba fuerza y
gracia para enseñar en el hogar. Esta educación y disciplina en el
hogar ejercerán una influencia modeladora
El poder divino se unirá al esfuerzo humano
—Sin el esfuerzo
humano, resulta vano el esfuerzo divino. Dios obrará con poder
cuando, dependiendo confiadamente de él, los padres se despierten y
vean la responsabilidad sagrada que descansa sobre ellos y procuren
educar correctamente a sus hijos. Cooperará con los padres que con
cuidado y oración enseñen a sus hijos y labren su propia salvación
y la de ellos. Obrará en ellos el querer y el hacer según su propio
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beneplácito
El esfuerzo humano solo no ayudará a vuestros hijos a perfec-
cionar un carácter para el cielo; pero con la ayuda divina se puede
realizar una obra grandiosa y santa
Cuando asumís vuestros deberes como padres con la fuerza de
Dios, con la firme resolución de no cejar jamás en vuestros esfuerzos
y de no abandonar vuestro puesto del deber en la lucha por hacer de
vuestros hijos lo que Dios quiere que sean, entonces Dios os mira
desde lo alto con aprobación. Sabe que estáis haciendo lo mejor
que podéis, y aumentará vuestra fuerza. Hará él mismo la parte de
la obra que el padre o la madre no puede hacer; cooperará con los
esfuerzos sabios, pacientes y bien dirigidos de la madre que teme a
Dios. Padres, Dios no se propone hacer la obra que él dejó para que
vosotros la hagáis en el hogar. No debéis entregaros a la indolencia
ni ser siervos perezosos, si queréis que vuestros hijos se salven de
los peligros que los rodean en el mundo
En las pruebas aferraos a Jesús
—Padres, aprovechad los ra-
yos de luz divina que brillan sobre vuestra senda. Andad en la luz
como Cristo está en la luz. Cuando emprendáis la obra de salvar
a vuestros hijos y de conservar vuestra posición en el camino de
santidad, se presentarán las pruebas más gravosas. Pero no perdáis
vuestra confianza. Aferráos a Jesús. El dice: “¿O forzará alguien
mi fortaleza? Haga conmigo paz, sí, haga paz conmigo.” Sobreven-
drán dificultades. Arrostraréis obstáculos. Mirad constantemente a