Página 198 - El Hogar Cristiano (2007)

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El Hogar Cristiano
este asunto mucho mejor que numerosos padres. Despliega sus
tentaciones contra la madre, sabiendo que si ella no le resiste, él
puede por su intermedio afectar a su hijo. La única esperanza de
la madre se cifra en Dios. A él puede huir en procura de fuerza y
gracia; y su búsqueda no será en vano
Una madre cristiana estará siempre bien despierta para discernir
los peligros que rodeen a sus hijos. Mantendrá su alma en una
atmósfera pura y santa; regirá su genio y sus principios por la Palabra
de Dios y, haciendo fielmente su deber, vivirá por encima de las
mezquinas tentaciones que siempre la asaltarán
Sana influencia de una madre paciente
—En el transcurso del
día se oye gritar muchas veces: ¡Mamá, mamá! Primero el llama-
miento es el de una voz angustiada, y luego de otra. En respuesta, la
madre debe volverse de un lado a otro para atender a las demandas.
Uno de los hijos está en dificultad y necesita que la sabia cabeza de
la madre lo libre de su perplejidad. Otro está tan complacido con
alguno de sus juguetes que quiere que su madre lo vea, pues piensa
que le agradará tanto como a él. Una palabra de aprobación infundirá
alegría a su corazón por varias horas. Muchos preciosos rayos de
luz y gozo puede derramar la madre aquí y allí entre sus preciosos
pequeñuelos ¡Cuán estrechamente puede ligarlos a su corazón, de
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modo que su presencia transforme para ellos cualquier lugar en el
más asoleado del mundo!
Pero con frecuencia esas numerosas pruebas menudas, que casi
no parecen merecer atención, agotan la paciencia de la madre. Las
manos traviesas y los pies inquietos le ocasionan mucho trabajo y
perplejidad. Debe sujetar firmemente las riendas del dominio propio,
o escaparán de sus labios palabras de impaciencia. Vez tras vez está
a punto de perder la calma, pero una oración silenciosa dirigida
a su Redentor compasivo serena sus nervios, y puede dominarse
con tranquila dignidad. Habla con voz queda, pero le ha costado un
esfuerzo refrenar las palabras duras y subyugar los sentimientos de
ira, que, de haberse expresado, habrían destruído su influencia, cuya
reconquista habría requerido tiempo.
Los niños tienen la percepción rápida, y disciernen los tonos
pacientes y amorosos en contraste con las órdenes impacientes y
apasionadas, que desecan el raudal del amor y del afecto en los