Página 230 - El Hogar Cristiano (2007)

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Capítulo 48—Cómo estima el cielo a los niños
Comprados por la sangre de Cristo
—Cristo asignaba a los
niños un valor tan elevado que dió su vida por ellos. Tratadlos como
a quienes fueron comprados por su sangre. Con paciencia y firmeza
educadlos para él. Disciplinadlos con amor y paciencia. Mientras
hagáis esto, llegarán a ser para vosotros una corona de regocijo y
resplandecerán como luces en el mundo
El niño más pequeño que ama y teme a Dios es mayor a su
vista que el hombre más instruído y talentoso que descuida la gran
salvación. Los jóvenes que consagran su corazón y vida a Dios se
han puesto, al hacerlo, en contacto con la Fuente de toda sabiduría y
excelencia
“De los tales es el reino de Dios”
—El alma del pequeñuelo
que cree en Cristo es tan preciosa a sus ojos como los ángeles que
rodean su trono. Los niños deben ser llevados a Cristo y educados
para él. Debe guiárselos en la senda de la obediencia, y no favorecer
la satisfacción de su apetito o su vanidad
Si tan sólo quisiéramos aprender las lecciones admirables que
Jesús procuró enseñar a sus discípulos mediante un niñito, ¡cuántas
cosas que parecen ahora dificultades insuperables desaparecerían!
Cuando los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron: “¿Quién
es el mayor en el reino de los cielos? ... llamando Jesús a un niño,
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le puso en medio de ellos, y dijo: De cierto os digo, que si no os
volviereis y fuereis como un niño, no entraréis en el reino de los
cielos. Así que, cualquiera que se humillare como este niño, éste es
el mayor en el reino de los cielos.
Son propiedad de Dios confiada a los padres
—Los niños reci-
ben la vida y el ser de sus padres, y sin embargo es al poder creador
de Dios al que vuestros hijos deben la vida, porque Dios es el Dador
de ella. Recuérdese que los niños no han de ser tratados como si
fuesen nuestra propiedad personal. Los hijos son herencia del Señor,
y el plan de redención incluye la salvación de ellos tanto como la
nuestra. Han sido confiados a sus padres para que éstos los críen en
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