Página 24 - El Hogar Cristiano (2007)

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El Hogar Cristiano
la felicidad y la pureza de la raza, satisface las necesidades sociales
del hombre y eleva su naturaleza física, intelectual y moral
El que creó a Eva para que fuese compañera de Adán realizó su
primer milagro en una boda. En la sala donde los amigos y parien-
tes se regocijaban, Cristo principió su ministerio público. Con su
presencia sancionó el matrimonio, reconociéndolo como institución
que él mismo había fundado. ...
Cristo honró también las relaciones matrimoniales al hacerlas
símbolo de su unión con los redimidos. El es el Esposo, y la esposa
es la iglesia, de la cual, como escogida por él, dice: “Toda tú eres
hermosa, amiga mía, y en ti no hay mancha.
Toda necesidad fué suplida
—Adán fué rodeado de todo lo que
su corazón pudiera desear. Toda necesidad era suplida. No había
pecado ni indicios de decadencia en el glorioso Edén. Los ángeles
de Dios conversaban libre y amablemente con la santa pareja. Los
felices cantores emitían sus gozosos trinos de alabanza a su Creador.
Los animales apacibles, en su feliz inocencia, jugaban en derredor
de Adán y Eva, obedientes a su palabra. En la perfección de su
virilidad, Adán era la obra más noble del Creador
Ni una sombra intervenía entre ellos y su Creador. Conocían a
Dios como su Padre benéfico, y en todo se conformaba su voluntad
con la de Dios. El carácter de Dios se reflejaba en el de Adán. Su
gloria se revelaba en todo objeto de la naturaleza
El trabajo asignado para felicidad del hombre
—Dios ama lo
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hermoso. Nos ha dado inequívoca evidencia de ello en la obra de
sus manos. Plantó para nuestros primeros padres un bello huerto en
Edén. Hizo crecer del suelo frondosos árboles de toda descripción,
para que fuesen útiles y ornamentales. Formó las hermosas flores, de
rara delicadeza, de todo matiz y color, que esparcían perfume por el
aire. ... Dios quería que el hombre hallase felicidad en su ocupación:
el cuidado de las cosas que había creado, y que sus necesidades
fuesen suplidas por los frutos de los árboles que había en el huerto
A Adán fué dada la obra de cuidar el jardín. El Creador sabía
que Adán no podía ser feliz sin ocupación. La belleza del huerto
le deleitaba, pero esto no bastaba. Debía tener trabajo que diera
ejercicio a los admirables órganos de su cuerpo. Si la dicha hubiese
consistido en estarse sin hacer nada, el hombre, en su estado de
inocencia, habría sido dejado sin ocupación. Pero el que creó al