Página 298 - El Hogar Cristiano (2007)

Basic HTML Version

294
El Hogar Cristiano
los frutos más dulces de la vida cristiana, hallen cabida en el corazón
de los hijos en favor de sus padres
Téngase paciencia con los achaques
—Resulta especialmente
terrible pensar que un hijo se vuelva con odio contra una madre
envejecida, debilitada y afectada por los achaques de la segunda
infancia. ¡Con cuánta paciencia y ternura debieran conducirse para
con ella los hijos de una madre tall Debieran dirigirle tiernas pala-
bras, que no irriten el ánimo. Nunca carecerá de bondad quien sea
verdaderamente cristiano, ni en circunstancia alguna descuidará a
su padre o a su madre, sino que escuchará la orden: “Honra a tu
padre y a tu madre.” Dios dijo: “Delante de las canas te levantarás, y
honrarás el rostro del anciano.” ...
Hijos, permitid que vuestros padres achacosos e incapaces de
cuidarse a sí mismos vean sus últimos días colmados de conten-
tamiento, paz y amor. Por amor a Cristo, mientras descienden a la
tumba, reciban de vosotros tan sólo palabras de bondad, amor y
perdón. Deseáis que el Señor os ame, os compadezca y os perdone
[331]
y hasta que os cuide en caso de enfermedad, ¿no estaréis por tanto
dispuestos a tratar a otros como quisierais ser tratados
El plan de Dios para los ancianos
—Se hace constantemente
hincapié en la necesidad de cuidar a nuestros hermanos y hermanas
ancianos que no tienen hogares. ¿Qué puede hacerse por ellos?
La luz que el Señor me ha dado ha sido repetida: No es lo mejor
establecer instituciones para el cuidado de los ancianos, a fin de que
puedan estar juntos en compañía. Tampoco se los debe despedir de la
casa para que sean atendidos en otra parte. Que los miembros de cada
familia atiendan a sus propios parientes. Cuando esto no es posible,
la obra incumbe a la iglesia, y debe ser aceptada como un deber y
privilegio. Todos los que tienen el espíritu de Cristo considerarán a
los débiles y ancianos con respeto y ternura especiales
Un privilegio que causa gozo
—Para los hijos, el pensar en
que contribuyeron a la comodidad de sus padres será motivo de
satisfacción para toda la vida y les infundirá gozo especial cuando
ellos mismos necesiten simpatía y amor. Aquellos cuyo corazón
rebose de amor tendrán por inestimable el privilegio de suavizar
para sus padres el descenso a la tumba. Se regocijarán por haber
podido infundir consuelo y paz en los postreros días de sus amados
padres. Obrar de otra manera, negar a los ancianos indefensos el