Capítulo 5—Un testimonio cristiano poderoso
Los mejores misioneros provienen de hogares cristianos
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La mejor preparación para trabajar lejos, los misioneros del Maestro
la reciben en la familia cristiana donde se teme y se ama a Dios, don-
de se le adora y la fidelidad ha llegado a ser una segunda naturaleza,
donde no se permite desatender desordenadamente a los deberes do-
mésticos, donde la serena comunión con Dios se considera esencial
para el fiel cumplimiento de los deberes diarios
Los deberes domésticos deben cumplirse sabiendo que si se
ejecutan con el debido espíritu comunican una experiencia que nos
habilitará para trabajar por Cristo de la manera más permanente y
cabal. ¡Cuánto no podría lograr en los ramos de la obra misionera un
cristiano vivo, al desempeñar fielmente los deberes diarios, al alzar
su cruz y al no descuidar deber alguno, por mucho que desagrade a
sus sentimientos naturales
Nuestra obra por Cristo debe comenzar con la familia, en el
hogar. ... No hay campo misionero más importante que éste. ...
Muchos han descuidado vergonzosamente el campo del hogar,
y es tiempo de que se presenten recursos y remedios divinos para
corregir este mal
El deber más sublime que incumbe a las jóvenes es el que han de
cumplir en sus propios hogares, al beneficiar a sus padres, hermanos
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y hermanas con afecto y verdadero interés. Allí es donde se puede
manifestar abnegación y olvido propio, al cuidar a los demás y
actuar en su favor. Nunca degradará este trabajo a una mujer. Es el
cargo más sagrado y elevado que ella puede ocupar. ¡Qué influencia
puede ejercer sobre sus hermanos! Si ella vive correctamente, puede
determinar cuál será el carácter de sus hermanos
Los que han recibido a Cristo deben revelar en el hogar lo que la
gracia ha hecho en su favor. “A todos los que le recibieron, dióles
potestad de ser hechos hijos de Dios, a los que creen en su nombre.”
Compenetra al verdadero creyente en Cristo una autoridad conscien-
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