Página 327 - El Hogar Cristiano (2007)

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Economía y previsión
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durante su vida y luego al morir lega una porción de ella a alguna
causa benevolente
Algunos retienen egoístamente sus recursos durante su vida,
confiados en que repararán su negligencia recordando la causa en su
testamento. Pero ni la mitad de los recursos así legados llega jamás
a beneficiar el objeto especificado. Hermanos y hermanas, invertid
en el banco del cielo vosotros mismos, y no dejéis a otros vuestra
mayordomía
La transferencia de bienes a los hijos
—Los padres debieran
experimentar gran temor al confiar a sus hijos los talentos de recur-
sos que Dios puso en sus manos, a menos que tengan la máxima
seguridad de que sus hijos tienen mayor amor e interés por la causa
de Dios de los que ellos mismos manifiestan, y de que esos hijos
serán más fervientes y celosos que ellos para hacer progresar la obra
de Dios y tendrán mejor voluntad para llevar adelante las diversas
empresas relacionadas con ella que requieren recursos. Son muchos
empero los que ponen sus medios en las manos de sus hijos y les
imponen así la responsabilidad de su mayordomía porque Satanás
los impulsa a ello. Al hacerlo ponen efectivamente aquellos recursos
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en las filas del enemigo. Satanás ordena el asunto de acuerdo con
sus propios fines y priva a la causa de Dios de los recursos que ella
necesita para estar abundantemente sostenida
La maldición de la riqueza acumulada
—Los que adquieren
riquezas con el propósito de guardarlas dejan a sus hijos la maldición
de ellas. Hacer esto es un pecado, un terrible pecado que pone en
peligro el alma de padres y madres, y se extiende a su posteridad.
Con frecuencia los hijos gastan sus medios con insensata prodiga-
lidad, en una vida desenfrenada, al punto de trocarse en mendigos.
No conocen el valor de la herencia que derrocharon. Si sus padres y
madres les hubiesen dado un buen ejemplo, al distribuir sus riquezas
en vez de acumularlas, se habrían asegurado tesoros en los cielos y
aun en este mundo habrían recibido en recompensa paz y felicidad y
en la vida futura riquezas eternas
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Testimonies for the Church 3:30, 31
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Testimonies for the Church 2:432, 433
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Carta 5, 1877
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Carta no copiada 49, 1884
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Carta 156, 1901
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